Vamos a lanzar un par de obviedades sobre el grupo que nos toca reseñar esta semana: Ghost son Ghost. Para lo bueno y para lo malo. Si ya les escuchaste y ya te disgustaron no vas a encontrar nada en este tercer trabajo que te haga cambiar de opinión. Ghost son Ghost, y eso no es poco en este mundo en el que tantas bandas suenan tan parecidas a otras que es casi imposible distinguirlas. En muy poco tiempo han conseguido diferenciarse hasta el punto de que quien les escucha o les ve una vez les reconoce para siempre. Nada menos.
Sus críticos vienen a decir que son la versión pasteurizada del heavy metal, que no tienen malas canciones, pero que están producidas para poder sonar en el hilo musical del Zara. Uno de sus defensores me explicó un día que precisamente eso es lo que pretenden, llevar el satanismo al mainstream como objetivo último, como parte de la gran broma a la que muchos no acaban de encontrar la gracia.
Ahí están un montón de influencias del rock clásico y también la mejor herencia del pop de los años setenta y ochenta. Tienen regusto a un montón de bandas que es muy aburrido volver a nombrar, pero precisamente ese choque entre apariencia y temática vs. sonoridad y producción es la que causa diversas sensaciones en los distintos oyentes en una horquilla entre el desconcierto y la inquietud. A muchos les parece todo excesivamente teatral, pero yo, que soy fan de las películas de la Hammer de teatralidad nunca me harto.
Emeritus II ha dejado la banda, pero la fumata blanca ha dado paso al perfecto sucesor, Emeritus III. Huelga decir que no podrás diferenciarles si nadie te informa primero. Así que pese al “cambio de vocalista” todo sigue en su sitio; por mucho que los analistas se empañen en comparar sesudamente un album con otro, lo cierto es que no hay diferencias tan significativas como para que hayan dejado de ser coherentes con un estilo que en cierta medida han heredado, pero en otro gran porcentaje han acuñado.
En definitiva, por resumir y dejar de dar vueltas sobre la misma idea, la escena musical está falta de grupos reconocibles y que aporten un discurso propio. Sobre todas las cosas Ghost son una máquina de parir himnos pegadizos llenos de ambientes lúgubres. más allá de la estética esa es una seña de identidad que les distingue y les hace únicos. Por eso, y porque parecen ser un grano en el culo de los integristas del metal, por aquí son bienvenidos.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por GHOST