El regreso del Calvin Robertshaw a My Dying Bride tras casi quince años de ausencia tenía a todos los fans especialmente pendientes del nuevo lanzamiento. Se suele asociar su salida con el inicio de una etapa más experimental en el grupo y por tanto su regreso podría suponer la consabida “vuelta a las raices” que todo todo buen seguidor del tipo era-mejor-la-maqueta siempre sueña.
Tal y como Aaron ha aclarado prácticamente en cada entrevista a lo largo de este último año esa expectativa es una doble falsedad, ya que de un lado su álbum más abiertamente experimental (34.788%…Complete) fue en gran parte compuesto por Calvin, como cualquiera puede comprobar echando un vistazo a los créditos del libreto, mientras que Feel the Misery ya estaba compuesto prácticamente en su totalidad cuando Hamish Glencross dejó la banda para centrarse en Vallenfyre.
Sin embargo, (será casualidad, será que el destino ha querido este cambio justo en este momento) hay, en esta nueva colección de canciones, cierta mirada nostálgica atrás, tal vez en parte propiciada porque han decidido regresar al estudio en el que registraron gran parte de su primer material.
El camino de My Dying Bride siempre ha sido serpenteante. En los últimos años nos han sorprendido con el triple Evinta que adaptaba a la música de cámara algunos de sus temas clásicos, o el EP The Barghest o’ Whitby con un único tema de casi media hora. MDB siempre ha conservado cierto espíritu underground que les permite anteponer las decisiones artísticas a las comerciales. por tanto no podemos hablar de que este álbum sea rupturista con su carrera, si no más bien que responde a esa lógica de actuar obedeciendo a sus apetencias.
Podríamos decir que este es uno de esos discos en los que una banda deja al descubierto casi todo su abanico de posibilidades, que durante este tiempo han venido probando distintas formas de ser My Dying Bride y aquí está reunida gran parte de su paleta de colores, hasta tal punto que sería prácticamente imposible elegir un sólo tema que pudiese hacer de referencia o carta de presentación del resto.
Musicalmente utilizan recursos que van entre el Death Doom de la primera época hasta momentos mucho más góticos, hay temas de estructura muy sencilla y repetitiva y también hay desarrollos largos, hay tiempos lentísimos y decadentes y también algunos riffs más rítmicos. Hay pasajes tenues, melancólicos y frágiles y momentos púramente metálicos. La voz se luce en todo su registro utilizando tristísimas melodías, lamentos, declamaciones y guturales.
Si tuviera que intentar condensar mi opinión en un sólo párrafo diría que nos encontramos a My Dying Bride en un momento de exquisita madurez, con una personalidad absolutamente formada e inmutable desde hace décadas, pero sin miedo a seguir aportando nuevos ángulos de visión sobre su propia música y esa es una de las grandezas de una banda que no sólo fue pionera en sus primeros momentos, si no que sigue marcando la pauta de todo un estilo cuyo trono nadie ha conseguido nunca arrebatar.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por MY DYING BRIDE