No creo que haga falta a estas alturas reiterar el salto adelante que supuso para Obsidian Kingdom la publicación de su anterior álbum y como una oscura banda del underground nacional se ha colocado en la escena europea sin darle demasiada importancia al hecho de que su música no encaje muy bien en las tendencias mayoritarias españolas. Aunque su ataque pillase a muchos por sorpresa detrás de ese impactante disco había siete años de trabajo y un par de EP’s en los que fueron organizando su malgama de ideas hasta encontrar un lenguaje propio y afianzando sus contactos con la vanguardia metalica europea.
Una vez leí que lo malo de las obras maestras es que son irrepetibles; como muchos (tal vez ellos incluidos) tenía bastante incertidumbre sobre la sucesión de Mantiis. La publicación del álbum de remezclas Torn & Burnt ya nos daba pistas de que no tenían la más mínima intención de permanecer en su zona de confort y así, efectivamente, ha sido.
“A Year With no Summer” es ante todo un disco valiente de una banda honesta. Cuando en la balanza gana el peso de las expectativas de los demás sobre la propia creatividad y fuerza interior inevitablemete resulta un trabajo sin alma. No ha sido el caso. Como hicieron antes que ellos bandas de la talla de Paradise Lost, The Gathering o Anathema han sabido ser dueños de su destino y crear más allá de lo aportado por otros. Siguiendo la senda de Ulver, Leprous, Ihsahn, Arcturus y otros tantos, están empujando a la música hacia adelante para encontrar nuevos lugares aún inóspitos. No es extraño por tanto las colaboraciones de grandes como Attila Csihar o Kristoffer Rygg pasen desapercibidas más allá de los títulos de crédito ya que su propuesta se mueve por esas alturas sin complejos y todos los elementos quedan integrados sin necesidad de resaltar con purpurina a las estrellas invitadas.
Un Año sin Verano es un álbum complejo y bastante ambiental en el que las influencias pasean sin prisas para alcanzar grados de alta intensidad y lapsos de respiración profunda y calmada. El metal, la electrónica, el post rock y otros muchos colores conviven en una intencionalidad de reinvención a la que hacen referencia directa al citar a la asociación Phalanx de Kandinsky como imagen evocadora. Líricamente el álbum parte de la noticia propagada en 2013 por un grupo de meteorólogos franceses para adentrarse en un clima que destila desazón ante un mundo en constante cambio, incredulidad y consternación pero también oportunidad de cambio, esperanza y celebración de la vida.
La determinación de Obsidian Kingdom por ofrecer el máximo talento en cada disco y cada directo está dejando ya preciosos frutos. No me cabe duda de que estamos asistiendo al inicio de una escalada que deparará interesantísimos resultados en el futuro.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por OBSIDIAN KINGDOM