Si en la música ligera se suele hablar de “La canción del verano” para referirse al hit single que mejor refleja el baile despreocupado propio de esa época, el que esta semana os proponemos podría ser perfectamente “El disco del invierno”, porque tras el buen sabor dejado por From a Cellar Door hace ya cuatro años Dako ha registrado un plástico en el que parece invitarnos a pasear por el bosque escuchando crujir las hojas secas bajo nuestros pies para terminar acurrucándonos junto al crepitar del fuego de una chimenea y sencillamente dejar pasar las últimas horas, ya sin luz, de la tarde.
Nos contaba Dako en la entrevista que le hicimos hace un par de meses que había intentado cierta huida de los tótems habituales en su sonido, pero cuando algo se lleva muy dentro acaba por asomar de una manera u otra. Encontrarás, por tanto, referencias a Roy Orbison, Chris Isaak, Nick Drake y también a Angelo Badalamenti o Chet Baker, pero sobre todo sabrás que es Dako el que las ha puesto ahí, en un sonido propio que lleva macerando ya un par de décadas.
Aunque este segundo disco se había planteado en un principio más desnudo de arreglos que su predecesor, ha terminado creciendo más allá de lo esperado, gracias a las aportaciones de trompetas, percusiones, violines, ukeleles, pianos e incluso flautas traveseras, su instrumento fetiche que vuelve a atreverse a incluir. La calidez que se percibe en el resultado final es obra de la experta mano de F. Macaya.
Arropando el conjunto nos encontramos con las magníficas fotos de Maxi del Campo y M. Sowinska agrupadas en el cuidado diseño de M. J. Arce que consigue transformar este digipack en un apetecible objeto para tu colección.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por DAKO DÉJÀ VU