Quiza sea Blaze Out la banda de metal que más fuerte viene pegando últimamente en la escena estatal. Y digo “metal” así, en líneas generales, porque el sonido tan característico y personal de estos cuatro barceloneses es imposible de encasillar. Desde su debut Headshot (2013) vienen demostrando que se pueden mezclar de forma efectiva estilos tan dispares como Groove, Hard Rock y metal moderno.
Con el trabajo que nos disponemos hoy a desgranar, Blacklash (2016), amplían su espectro con toques progresivos e incluso pinceladas de metalcore, dando como resultado una mezcla cohesionada, en la que ningún tema desentona, y cuyos riffs son la espina dorsal que mantiene el hilo del disco.
La portada, obra de Raquel Arellano, tiene un estilo bastante clásico y plasma a la perfección la esencia del disco: monstruo demoniaco con cara de pocos amigos aniquilando a la humanidad. Esto ya nos da una pista de la temática que van a seguir las canciones.
El primer tema, Wrath Afire, empieza ya de forma contundente, con riffs pesados y un estribillo pegadizo. Narra la venganza de un hombre cuya familia es asesinada, haciendo guiños a películas como The Punisher o Un Ciudadano Ejemplar.
Continuamos con Blind Snakes, y nos encontramos una base rítmica más enérgica y veloz, que se suaviza para dar paso a los estribillos. El solo de guitarra está muy elaborado y perfectamente encajado. La canción trata sobre el problema de las guerras, el cómo muchos niños son separados de sus familias y obligados a luchar.
El tercer tema, Fist Goes First, tiene un aroma más clásico, pues se nota que beben de bandas como Metallica o Megadeth. La voz es más limpia y destila pura energía. No en vano habla de la motivación de un boxeador, y su ímpetu por llegar cada día más arriba a través de la fuerza de sus puños. Clara referencia a películas como Rocky o El Club de la Lucha. El estribillo seguramente dará mucho juego en directo, ¡pues es escucharlo y uno ya piensa en corearlo con el puño bien en alto!
Sin darnos tregua comienza seguidamente Age of Waste. La voz es más agresiva que en el corte anterior, pero se vuelve melódica durante los estribillos. Se alternan los solos de Gerard y David para finalmente fusionarse en un solo conjunto. La temática es post-apocalíptica, muy acorde a la portada del disco.
Con Truth the Chains llegamos al ecuador del disco: seguimos con Groove en los riffs y estribillos cañeros. Esta vez vemos el mundo desde los ojos de un loco encerrado en un manicomio.
The Wolf and the Serpent nos adentra en la mitología escandinava. A destacar los solos de guitarra de Gerard y David.
El octavo tema es Men of Mayhem. A estas alturas del disco ya nos hemos dado cuenta que estos chicos son unos auténticos cinéfilos y lanzan un guiño a Sons of Anarchy. Por si alguien se ha perdido: “Men of Mayhem” es el emblema que lucen algunos de los moteros en la serie. El tema es un auténtico trallazo y refleja totalmente el espíritu de la serie a la que rinde tributo: velocidad, salvajismo y contundencia. Oh yeah!
¿Estás cansado de menear la cabeza? No te preocupes, llega Old Acquaintances: la balada. Este corte más tranquilo nos permite relajar después de toda la tralla anterior. Y como buena balada nos habla de amor, y de cómo este resiste a través del tiempo. Precioso.
Y casi sin darnos cuenta hemos llegado a Burn the Veil, el último tema del disco. Los chicos vuelven a repartir caña en una profunda crítica a los movimientos sectarios que lavan el cerebro a la gente hasta llegar al suicidio. No puedo evitar pensar en casos como la tragedia de Jonestown al escucharla.
En resumen, estamos ante un trabajo que no rompe con la línea del anterior, pero en el que se nota un proceso de elaboración más complejo. Esto viene dado gracias a que la banda por fin consiguió una formación estable y que el disco ha sido grabado en su propio estudio, lo cual permite trabajar cada canción con mayor detalle.
El sonido es redondo, y la mezcla de estilos resulta coherente. Las influencias pasan por grupos como Metallica (muy notable en los riffs), Killswitch Engage, Black Label Society o Trivium (atención a los solos de guitarra). Y de todo este batiburrillo los Blaze Out sacan un sonido propio y original, que con este segundo trabajo han consolidado como marca personal, algo difícil de encontrar en los últimos años.
Comentario por Lía Lawless
Fotografía por BLAZE OUT