Nos contaba Juan Dominguez, la última vez que charlamos, que se había topado con el término en sánscrito Atma (Atman, Athma), por primera vez viendo una entrevista a David Lynch. El director reflexionaba sobre cómo el concepto podía dar lugar a tantas interpretaciones, que van desde el propio ego; “el sí mismo” o “la esencia que no depende de otras cosas” hasta “lo que no puede morir”, llegado a interpretarse como el alma o incluso un tipo de divinidad.
En su anterior disco AATHMA nos hablaban de Las Torres del Silencio. Estos monumentos funerarios fueron creados por los seguidores del profeta Zoroaster para deshacerse de los cadáveres de sus muertos con la ayuda de los buitres. Se da la paradoja de que estas torres están siendo absorbidas por el crecimiento incontrolado de las grandes ciudades, y, a su vez las poblaciones de buitres decrecen dramáticamente por la acción del ser humano, impidiendo ese proceso de natural regeneración y simbolizando la decadencia de nuestra civilización. En The Call of Shivá nos advertían de que “Todo lo que tiene un principio debe, por necesidad, tener un final. La Destrucción abre el camino hacia una nueva creación del universo, una nueva oportunidad para que la belleza y la tragedia de nuestro mundo tengan lugar.”
Si uno examina de cerca el mensaje conjunto que hay detrás de todos los discos de la banda puede llegar a la conclusión de hay algo anterior al ser humano que probablemente permanecerá aquí cuando nos marchemos, es probable que eso sea AATHMA; lo que no puede morir. Hay en su música y sus letras una desconexión con occidente, una búsqueda en las culturas precristianas de una forma de vivir más cercana al entorno, más consciente del papel del ser humano en el universo.
El Avéstico es una de las lenguas madre de la familia indoeuropea, así que centrar conceptualmente este nuevo álbum en la antigua Persia es un paso más en su búsqueda de lo primario. Los temas están basados en antiguos cultos a la Luna, el Sol, las Aguas y el Fuego, elementos que fueron respetados y tratados como dioses en toda la antigüedad y a los que hoy, en esta cultura tan avanzada y que ha desentramado tantos misterios sólo dedicamos desprecio y maltrato.
Aunque AATHMA permanece sólida como una roca, anclados a sus raices doom metaleras, AVESTA trae algunas novedades en cuanto al sonido. Se ha grabado prácticamente en directo, y sin embargo el resultado es mucho más pulcro y mejor producido, poniendo especial atención al trabajo vocal que, tal vez es menos crudo, pero tiene muchos más matices y expresividad, con líneas melódicas muy atractivas y la habitual tendencia hacia enfoques ancestrales, casi mántricos.
Hay que destacar por tanto el buen trabajo de Carlos Santos en Estudio 1 y el master de James Plotkin (ha trabajado con peña como Sun O))), Isis, Pelican…). De todas formas si hubiese que destacar algo del trabajo de esta banda sería la firmeza con la que defienden unos riffs atadísimos en guitarra, bajo y batería sin dejar ni un solo resquicio en el bloque de hormigón sónico que les define.
Para empaquetar el disco han contado con la mano de Robert Hernandez que ha creado una impactante portada que transmite muy bien su contenido. Os recomiendo echar un vistazo al portfolio que tiene en su web, en lápices, pinceles y tinta bajo piel.
Por último hay que recordar que el mejor terreno para descubrir o comprender a AATHMA es el directo. Es ahí, sintiendo tus vísceras temblar cuando vas a entender por qué hablamos tan repetidamente de contundencia salvaje. Nos les tuvimos que perder en su última visita al New de Santander, pero la onda expansiva llegó hasta nuestro estudio, sé que hicieron temblar nuevamente los cimientos de la sala. Viajaremos este verano hasta Cangas de Morrazo para verles en el Kanekas junto a Hongo, Insaniam, Morphium y Obsidian Kingdom, en un cartelazo que demuestra que sólo con bandas nacionales se puede montar un festival de enorme nivel. Ya os contaremos la experiencia, de momento llevo tres vueltas consecutivas al disco esta mañana, y estamos contando los días hasta poder volver a verles sobre las tablas.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por AATHMA