Vivimos en una ciudad sucia y fea, tan fea que dicen que hay una maqueta de ella en un colegio de arquitectos de Japón para explicar cómo no se debe construir una. Si le preguntas a cualquiera de aquí te dirá que seguramente eso es mentira, pero que podría, perfectamente ser verdad. Vivimos en una ciudad industrial y decadente, que supo apretar los dientes y tirar piedras cuando fue necesario defenderse. Una ciudad que ha ido perdiendo la energía y la memoria, que sobrevive a duras penas en su decadencia. Una ciudad que huele a podredumbre, y se ha acostumbrado a no sobresaltarse ante el sonido de las sirenas.
No es de extrañar que esta nueva banda, formada por viejos conocidos de esta escena en ruinas haya surgido un disco tan cubierto de mugre, tan rabioso y tan descorazonado, con textos que no se muestran a las claras, pero que se comprenden como se comprende el paisaje gris de esta ciudad herida de muerte de la que conocemos cada grieta, como la palma de nuestras manos. Musicalmente se entrevén las arrugas de los que ya se partieron la cara en muchas batallas. Sólido como el cemento, tan rápido como pesado, y sin ningún complejo al acercar a su música detalles de otras adyacentes, atraídos por esa ola de bandas de metal moderno con influencias clásicas. La propia portada creada por Manu nos resume muy bien el contenido. Con un murciélago de reminiscencias ochenteras en tonos negros y morados que dispara rayos de los colmillos y que hubiese adornado sin problemas cualquiera de las paredes de Los Yagos. Si quedasen dudas del toque añejo puedes fijarte en las guitarras dobladas de Lobos Callejeros, por ejemplo, o los recursos de un batería que no se conforma con sólo empujar los temas hacia adelante, si no que aporta musicalidad y color a cada canción.
Vivimos un momento muy interesante a nivel creativo, todas las crisis lo son, y no hay duda de que todo lo que nos rodea está en una. Miro alrededor y casi todas las cosas de las que estoy orgulloso en esta sociedad de mierda tienen que ver con el talento de la gente que, por suerte, me rodea. Ahí fuera hay miles de zombies, que probablemente nunca sientan nada tan intenso como lo que Voltaje Cadaver fueron capaces de crear en la presentación de Todos los Colores de la Oscuridad. En cierta medida siento algo de lástima por ellos.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por VOLTAJE CADAVER