Círculo polar ártico, 20:30 hora zulú. Estoy haciendo la cena y mirando por la ventana a ver si hoy también aparecen auroras boreales. Llevamos tres días con un sol espectacular, y los dos anteriores hemos podido ver algunas, aunque no demasiado potentes. Miro el teléfono y hay un mensaje de Oskar:
– Iñaki, te apetece reseñar el de Aitor? Acaba de salir de Disco de la Semana
– No debería. Demasiada implicación
– Ya lo pensé. Pero no se me ocurre nadie mejor.
– Para cuando la necesitas?
– 15 días
– Si no te la he mandado para el domingo, búscate a otro…. Jajajaja
– Vale… jajajajaja
Pues eso, heme aquí al día siguiente, escribiendo la reseña del primer disco de Aitor Ochoa & Mad Mule – All These Words Will Die Before The Morning”, aunque sigo pensando que no debería. Sin embargo mi capacidad para meterme en profundas pozas con alto porcentaje de barro, y más de 4.000 km de distancia (mi integridad física está a salvo, la mental hace tiempo que la perdí), casi me obligan a escribir.
Una advertencia antes de nada. Si quieres un análisis musical profundo, citando bases y bagajes musicales, referencias y similitudes estilísticas, no sigas leyendo. Si además crees que está hecha desde la fría objetividad, abandona.
Hay muchas cosas en las que no estoy de acuerdo con Aitor, como la idea de que se componen mejores canciones en malos momentos: estados depresivos, angustiosos, iracundos, etc. Yo no sé en qué estado se encontraba cuando compuso cada una de las canciones de éste disco. No me importa y me parece una información totalmente irrelevante. Si a él le funciona, yo no soy nadie para ponerlo en duda, pero es difícil que alguien borre de mi cabezota la idea de que es simplemente un compendio de rutinas, costumbres, obsesiones, chispas, rituales, etc.
Conozco gente que se lo toma al pie de la letra, como un oficio, como algo estrictamente rutinario: “Lunes, martes y jueves de 11 a 1, componer”, escriben en sus agendas. El resultado final dependerá del talento o la capacidad de trabajo que tenga cada uno, pero las canciones en su mayoría, tendrán por lo menos dos elementos en común: sopor y plagio. “Los funcionarios del rock”: algunos nunca lo tuvieron, otros lo perdieron.
Aitor lo tiene. No sé, quizás sus características personales que más me sacan de quicio sean las que le convierten en un gran compositor. Tiene gracia.
Llegados a este punto, habrá gente que se esté cagando en mis muelas porque todavía no he escrito una puta línea sobre las canciones. Esto no es una reseña “al uso”, así que puedes dejar de leer ahora y arrancar a comprar el Popular1, el Ruta66, o el que te salga del barro del orto (sigue editándose RDL?). Seguro encontrarás referencias, influencias, nomenclaturas, análisis sintácticos, o definiciones estilísticas enmarcadas en cada canción. Aquí no.
Simplemente voy a intentar exponer unas cuantas razones para que te entren ganas de escuchar y comprar el disco, eso tan pasado de moda. Suena sincero, emotivo, brillante, cañero, tan furibundo como dulce y triste a ratos. No es suficiente? Hablaré de la banda entonces.
Estas canciones no necesitan un “Keith Moon” para dar empuje y una base sólida y elegante como lo hace Fernando Chikito a la batería. Es sobrio cuando hace falta, musical, y reparte cuando hay que repartir. Luis Ibañez al bajo está donde tiene que estar. Me gusta mucho como enriquece las canciones con pequeños y sutiles matices, que sólo algunos baterías y compositores saben ver. Las guitarras son a veces oscuras, otras lúcidas y limpias, otras afiladas como katanas. No sé cuáles son de Fuzzio, y cuáles de Aitor, pero van dejando miembros mutilados y ensangrentados a su paso…o lagrimones como lagos. Siempre me gustaron los solos de guitarra de Aitor. Pueden ser más o menos brillantes, pero siempre consiguen lo que la canción necesita… llevarla a otro nivel. Y son cortos!!!! Aitor canta mucho más maduro y relajado sin perder su rabia habitual, y algunos coros pueden sonar tan clásicos como sorprendentes sin entrar en contradicción.
El disco en conjunto suena super equilibrado y natural, la producción es acojonante. No conozco a Javier Escudero pero visto el resultado, no dudaría en acercarme a pedirle fechas si quisiera grabar con mi banda.
Y lo más importante: Es una colección de temazos impresionante. “Me & You” abriendo el disco, luego “Evil” y “Redemption, (una de mis favoritas), completan una trilogía casi perfecta para empezar. Además destacaría “Mule” (la melodía, el coro y las guitarras son simplemente geniales), o “Remember me” (muy bien traídas las teclas). Mención especial para “Eyes of the city” y “Nothin”: vale, el principio recuerda algo a “Wicked Games”,pero Chris Isaak nunca cantaría “I´M CRAWLING OUT OF MY SKINNNN”, saliéndosele el corazón por la boca.
Conclusión: para mí, aparte de ser el mejor disco que he escuchado en mucho tiempo, es sin duda uno de los mejores discos de rock (por definirlo con generalidad y simpleza), de todos los que he escuchado hasta el momento en 2.018. Nacionales e internacionales.
Exagero? «A little faith doesn´t hurt anyone».
Texto Iñaki García
Se puede escuchar en Bandcamp.