Me decía el otro día un amigo que, teniendo en cuenta el número de horas invertidas, era normal que las bandas de nuestro entorno tuviesen una eclosión tardía y sacasen sus mejores discos cuando rondan los cuarenta en lugar de en la juventud temprana como hacen las bandas que se dedican a 100% a la música y no tienen que compaginar esta actividad con otros trabajos. A su razonamiento añado yo el consabido desarrollo tecnológico que ha permitido a los pequeños trabajar de manera similar a los grandes, con recursos a su alcance que hace un par de décadas nadie soñaba. Así, nos encontramos de manera cada vez más frecuente con discos que han sido trabajados con detalle, no sólo en el local de ensayo, si no con preproducciones que hubiesen pasado por disco profesional hace no tanto. Y si al pequeño le falta ese puntín extra que dan unos miles de euros a veces, cómo es el caso, lo suple con imaginación y talento, haciendo que el resultado final brille por su autenticidad.
Comenzamos a sospechar que Soulbane traían algo gordo al ver avanzar la cuidada y autogestionada campaña de promo que ha incluido dos videoclips rodados por Jhonny Gleez. El primero de ellos, “Hole” llegaba a nosotros precedido de cuatro aperitivos en los que se parodiaban los personajes arquetípicos de cualquier banda de rock, el fiestero que siempre la lía y luego llega tarde al bolo, el cacharrero perfeccionista que sabe perfectamente si alguien movió medio centímetro cualquiera de las roscas de su ampli, el que se cree su historia y se monta su película de rockstar en la cabeza y el bruto de la furgoneta que resuelve la música y encuentra aparcamiento a manotazos. En el clip veremos como el peor escenario se puede convertir en el concierto de tu vida si pones todo de tu parte. Una historia cercana y sin trampas que consigue que cualquiera que se haya colgado alguna vez un instrumento empatice con la banda. Poco después editan “Song From a Broken Heart” en el que cambian el registro para ofrecer la cara más elegante de su música, con un emocionante final que te dejará literalmente congelado.
Con dos temas ya masticados es más facil acceder a un álbum, pero lo curioso es que en la primera vuelta nos damos ya cuenta de que han convertido ya gran parte del repertorio en clásicos inmediatos tras empujarles como nunca en directo. Para empezar ya nos sabemos el estribillo de “Worldwide Soul” o “Ride On” y para seguir inmediatamente es escuchar “Cosmic Rythm” y visualizar a Carlos Ivan cantando en el escenario. Hay canciones más directas y otras que necesitan un par de vueltas, pero según pasan las semanas comenzamos a asumir que aquí es todo grano y no sobra paja.
Hablaba al principio de madurez. El nucleo de esta banda lleva ya mucho tiempo trabajando en conjunto y eso pesa. La base rítmica va sólida como una roca y precisa como un reloj suizo. El clásico ejemplo de dos músicos que podrían permitirse todas las florituras pero prefieren ponerle peso a cada golpe. Las guitarras van en la misma línea, centrándose en dejar bases bien definidas y el espacio protagonista para la voz, que sigue teniendo la misma potencia de siempre y ha crecido exponencialmente en control, dejando ver sus influencias más noventeras, con muchísima clase y expresividad.
Psycho Radio es sin duda lo mejor que nos han entregado hasta el momento. Un disco lleno de buenas canciones, sin un solo pero, bien compuesto, bien producido y ejecutado, envuelto al detalle en un atractivo y enigmático digipack. Soulbane están dando todo lo que tienen y lo que tienen es mucho. La vida es dificil y nos carga de cadenas que no nos permiten volar hasta donde podríamos, pero sucedan las cosas como sucedan en el futuro cercano, ellos ya han demostrado tener un buen par de robustas alas, dispuestas para llegar a lo más alto si surge la ocasión.