Como decía el título de la peli de los Farrelly; “Algo pasa con Muse”. Durante años han sido una de las bandas en las que más gente de la que para por esta página coincidía en valorar positivamente, desde los hardcore fans que confiaban en ellos como la última esperanza para la música llena-estadios, hasta los no-es-mi-taza-de-te, pero ojalá toda la música que suena por las radios fuese como esta. Sin embargo, en algún punto entre The Second Law y Drones han ido perdiendo gran parte del respaldo de los primeros y de la curiosidad de los segundos, hasta el punto en el que, uno por uno, todos los candidatos a escribir esta reseña han ido declinando con el consabido, les he perdido la pista, como justificación.
¿Ya no molan Muse? Si ante la avalancha de críticas que lo dejan como un álbum flojo accedes al disco con mente positiva y ganas de disfrutar te vas a llevar una primera sorpresa agradable, por lo menos si eres fan de la musica ochentera. Porque como sospecharás al ver la portada de Kyle Lambert (el que hace los posters de Stranger Things), es por ahí por donde van los tiros. El disco tiene un buen arranque, con un par de temas muy musicales, hits llenapistas, que dejan de lado la grandilocuencia y los complejos riffs que les han caracterizado en ocasiones anteriores, pero que funcionan de manera efectiva.
¿Cuál es el problema entonces? Pues eso, que el disco tiene buenas melodías y un constante punch electrónico que te anima a bailar, pero no va mucho más allá. Si lo escuchas varias veces te acabarás aprendiendo los estribillos, pero no esperes ninguna sorpresa más allá. Muse pusieron un listón muy alto con sus primeros trabajos y ahora parecen haber bajado la exigencia, conformándose con un disco complaciente, pero un poco ramplón. La famosa máxima de “El que tuvo, retuvo” se puede reducir aquí al hecho de que siguen construyendo canciones que están muy bien hechas, pero les falta chispa y sorpresa durante la mayor parte del tiempo y si se escucha de una sentada “Simulation Theory” no parece aportar gran cosa a su carrera.
Cuando pasen los años, y sepamos si Muse han vuelto a firmar alguna obra maestra, podremos juzgar por fin si este disco deberá ser clasificado como “Ese disco electrónico que sacaron a finales de los diez, que tenía algún tema chulo” o como el inicio de una etapa más comercial. Al fin y al cabo sería una secuencia lógica que les aproximaría una vez más al reflejo de la evolución de sus admirados Queen. Yo tiendo a pensar que no han perdido la chispa y sencillamente están firmando una colección de canciones que les recuerdan a las que se escuchaban en las discotecas cuando ellos eran preadolescentes, el tiempo dirá si en su madurez les dará por volver a complicarse un poco la vida y componer un Innuendo.