Hacía muchos meses que no escuchaba el disco “Quique dibuja la tristeza” de Los Hermanos Cubero, pero en cuanto comienzan a sonar las primeras notas de la mandolina ya tengo claro que me va a volver a golpear.
El culpable es Oskar pidiéndome que lo reseñe para ¡¡¡¡Disco de la Semana en Noche de Rock!!! Ha sido elegido dos años después de su publicación, colándose entre otros álbumes de prog, jevy y demás metaladas; con su sencilla y parca instrumentación hace que el contraste sea aún mayor ¿Cómo es posible?
Supongo que la razón es simple, es un disco que si lo escuchas y prestas un poco de atención acabas empatizando con lo que en él se cuenta, pero lo más importante quizás sea que dentro hay verdad y vida, mucha de ambas.
Los Hermanos Cubero son un dúo afincado en Cataluña pero emigrado desde La Alcarria. Han publicado cuatro LP’s y dos EP’s desde 2010. Se han caracterizado por realizar una música bastarda, un cruce, a priori imposible, entre bluegrass norteamericano y el folklore alcarreño… a priori, porque aquí nada suena impostado ni forzado, así es el buen folk, hay raíces comunes, y por muy hondas que estén, siempre se pueden trasplantar y dar su fruto en otro solado, como dicen en “Árbol de vida” de su disco de debut “Cordaineros de la Alcarria”. Entre jotas, romances, pasacalles y rondas liquidaron un disco que sentaba las bases de su estilo, y además, prácticamente todo el repertorio era propio. En “Flor de canciones” (2013) ahondaron más, y encima con alguna colaboración de relumbrón. Cuando en 2016 editaron “Arte y orgullo”, estaban en boca de mucha gente y ya habían salido de su zona lógica de influencia; es un disco estupendo de folk proletario, como acostumbra a serlo el buen folk, con sentido del humor y a la vez con bastante mala leche.
Al poco de editar “Arte y orgullo” la pareja de Quique (guitarrista) enferma y fallece; durante todo ese proceso, él va escribiendo canciones sin ninguna intención de editarlas, simplemente como parte del duelo, una manera de afrontar lo que le está pasando y que tanto le cuesta entender. Son canciones que poco tienen que ver con el estilo del dúo, ahora mucho más ligadas al “pop” en cuanto a estructuras y melodías. Roberto (mandolina) ve que son canciones muy buenas e insiste en hacer un disco con ellas.
Así nace “Quique dibuja la tristeza”, el que para mí es el disco más importante de la música pop española de los últimos años (“pop” de popular, no del “estilo”). Un disco conmovedor que se te clava y te llega profundo, de los que dejan poso y no se olvidan. Un disco que habla de la muerte de alguien cercano, de cómo aceptarla, comprenderla y continuar; está escrito en primera persona, con letras sencillas, personales pero transferibles, cantadas e interpretadas con una sinceridad que apabulla. Un disco, que en este momento que vivimos, se me antoja imprescindible y que al final deja abierta la ventana para que entre un rayo de luz.
“Quique dibuja la tristeza” no deja de ser la celebración de una vida en común, un homenaje, un recuerdo y un legado a Iris, su hija, que cuando en el cole le pidieron que pintara la tristeza, dibujó la ilustración de la portada del disco.
Y si, he vuelto a llorar al escucharlo después de todos estos meses, pero al sonar la última nota… le he vuelto a dar al play y los cordaineros han vuelto a tañir sus cuerdas.
El Panoli Optimista