Mantener a flote a una banda underground a nivel económico es complejo, incluso si tu máximo objetivo es no perder mucha pasta. Hay que jugar con cuidado y saber cuando apostar y cuando replegarse, porque veces conciertos que salen en negativo o en los que a duras penas se salvan los muebles abren otras puertas que en un futuro pueden hacer que surjan oportunidades interesantes.
Conocimos a 4 Villains como acompañantes de Romanthica en una pequeña incursión al Black Bird tras la gira de estos últimos junto a HIM. Dos bandas de fuera sin representación local pintan bastos en Cantabria, así que la entrada fue ese día bastante floja, con un tercio del aforo como ahora exigen las normas postapocalípticas. En la otra mano tenemos el hecho de que vivimos dos conciertos memorables, Romanthica se ha curtido en escenarios grandes e hicieron un gran papel en la cercanía y 4 Villains se nos metieron en el bolsillo, por su sencillez, su arrojo en escena y sus grandes canciones. En las copas charlamos un montón y surgió un contacto de los que guardas en rojo en la agenda. Hay que hacer algo con estos, me cagüen la mar. Os voy a desvelar que ese algo terminó por ser la participación de 4 Villains en el Asubiadero III, pero que, como todo en estos tiempos inciertos, está ahora en el aire hasta ver por donde rompen las cosas.
Unos meses después de aquella visita me hicieron llegar su disco y los tuvimos en la radio. Tras las primeras vueltas tuve enseguida claro que estábamos ante un disco mayúsculo. Los pilares que sostienen 4 Villains son una aparente inmediatez en las estructuras, que esconde un variado abanico de influencias, y la poderosísima voz de Malmudena, que podría atreverse tranquilamente con una de Gwen Stefani o de Ángela Gosow. Los temas se mantienen cerca del pop en su concepto, pero las guitarras y la intención son claramente metaleras, tan pronto te cascan un riff a lo Green Day como un coro a lo Manowar, se manejan en Inglés, Castellano y Euskera y sin embargo todo encaja en un círculo preciso, que les define como banda.
La colección de canciones es una hostia en el morro, los estribillos se clavan en el cerebro y ya nunca se sueltan, resultan al final una potente munición, pero lo realmente impactante es como la disparan en directo, con una frontwoman con aires de muñeca diabólica, que te atrapa desde el segundo uno, y es capaz de convertir en una fiesta una sala semivacía, atrapando por el pecho a cada uno de los presentes y haciendo imposible que permanezcas observando en la distancia.
La puta mierda de pandemia esta nos ha parado a todos en seco, veremos desde que punto podemos retomar las cosas, pero no tengáis duda de que de una manera u otra vais a tenerles cerca pronto, y entonces sobrará cualquier palabra con la que yo pueda empeñarme en describirles.