Mi relación con la música de Lamb of God ha sido intermitente a lo largo de todos estos años. Me gustan desde su etapa como “Burn The Priest” y me enamoré definitivamente de la banda con su exitoso “Sacrament”. Este último disco me hizo volver a creer en el metal en una época en la que me había embarcado en la escucha y el estudio de otros géneros guitarreros.
Después de “Sacrament”, sucedieron un montón de cosas. Algunas fueron buenas, otras malas, y otras directamente sería mejor olvidarlas. Por fin, en 2020, Los Corderos de Dios volvieron a la carga con una declaración de intenciones titulada como la misma banda, una apabullante bomba sónica que convencerá a propios y extraños, no me cabe ninguna duda.
“Lamb of God” arranca con “Memento Mori”, unas terroríficas y dramáticas melodías nos dan la bienvenida durante poco más de un minuto y, a continuación, el tema revienta en nuestros tímpanos con el sonido más salvaje posible. Los Corderos han vuelto, sus guitarras cortan como motosierras, la base rítmica es un auténtico taladro martilleando nuestras seseras, y la voz de Randy Blythe suena más endiablada y sobrenatural que nunca.
Un buen arranque para un álbum directo, redondo y salvaje que continúa con la incandescente precisión rítmica de “Checkmate”, “Gears” y “Reality Bath”. La base rítmica del bajista John Campbell y el batería Chris Adler demuestran han sido una de las mejores bases rítmicas del metal. Recientemente Art Cruz ha cogido el relevo de este último, pero su groove sigue siendo increíble, un apoyo perfecto para que Mark Morton y Willie Adler nos regalen millones de riffs incandescentes y desgarradores.
El álbum continúa con la contundente velocidad e increíble precisión del tema “New Colossal Hate”. Como el mismo nombre nos indica, este tema alcanza cotas de auténtica brutalidad sonora. La canción es odio extremo y agresión en estado puro. Un tema que podría competir en lo que a brutalidad y precisión se refiere con cualquier canción del “Far Beyond Driven” de mis adorados Pantera.
Llegado este punto del álbum, un servidor tan solo puede dar las gracias a todos los infiernos, a Crowley y al profesor Kenneth Anger por tanta maravilla junta en un mismo disco. Pero para mi suerte y la de todos vosotros, este álbum entra en su recta final con las melodías asesinas de “Resurrection Man”, los monumentales y mastodónticos estribillos de “Poison Dream”, la colosal velocidad de “Routes” y el reflexivo discurso de “Blood Shot Eyes”.
Como no podría ser de otra manera, el álbum cierra con “On The Hook”, un tema que riza el rizo de nuevo en lo que a velocidad y brutalidad se refiere.
El álbum homónimo de Lamb Of God no baja el pistón en sus casi cuarenta y cinco minutos de duración, es una bomba atómica sónica que reúne las mejores cualidades de la banda. Ojalá lleguemos a verles desarrollarlo en directo. Pero, hasta que llegue ese ansiado momento, lo utilizaremos para practicar boxeo, destrozar coches a martillazos o levantar pesas. Su impresionante carga de energía nos invita a ello.
Nacho García Álvarez