Tenía bastante claro que el nombre de Deidre estaba grabado a fuego en la memoria de nuestra audiencia y sin embargo al presentar Girando como adelanto de este nuevo disco en nuestro programa de 24 aniversario me encontré con los mensajes de varios fieles que les acababan de descubrir. ¿Cómo es posible? Pues porque Alquimia es del año 2008, y muchas cosas han pasado desde entonces, mucha gente se ha marchado y otra nueva ha llegado a la parroquia, así pues, es tiempo de volver a contar la historia desde el principio.
En el año 2003 nos topamos con una maqueta que destacaba entre el resto por el cuidado de su presentación. El contacto entre estos madrileños y nosotros llegó a través de nuestros amigos en común Imperfectus Bultus, de qué se conocían entre ellos, no lo se. Nos enamoramos a primera vista de aquellas canciones y nuestra amistad se fue forjando a base de idas y venidas, conciertos, cervezas y platos de rabas.
El profundo mensaje humano tras Triste, convirtió a Deidre en una de nuestras bandas de cabecera. Tras ese disco la formación comenzaba a romperse saliendo David y se rearmaba con nuestro paisano Victor para la grabación y presentación de Alquimia, el disco con el que llegaron a su tope de creatividad, producción y relevancia pasando a ser una de esas bandas que parecen estar a un paso de explotar a un nivel mucho más grande de popularidad. Durante la Gira Sandra dejó la banda y fue relevada por Diego. Después el silencio.
En uno de esos casos en los que la gente lo deja todo y cambia de vida Fer se mudó de ciudad y ha estado dedicado al mundo del tatuaje con su estudio en Valencia. Un trabajo que le consumía tanto tiempo tiempo y energía que llegamos a dudar de que en algún momento volviese a encontrar un lugar en su vida para Deidre, a pesar de que poco a poco y casi a escondidas iba apuntanto ideas para nuevos temas.
En 2020 todo se paró. De repente lo único que teníamos era tiempo, y esa resultó ser la situación ideal para poner todo aquello en orden, volver a vivir lo que ya se vivió, pero encontrándose de frente con un salto tecnológico de una década, coger la producción por los cuernos y autograbar y autoeditar el disco de regreso, esperemos que definitivo, a un ruedo que ha cambiado demasiado.
De nuevo el resultado es enorme desde el momento en el que se rasga el sobre. Déjà Vu también en este lado. Una sobria caja de cartón sellada, numerada y limitada a 200 copias, que incluye un cd en formato de imitación a vinilo, una pua con la portada del disco, una dedicatoria manuscrita y una serie de fotografías con las letras de las canciones en su dorso, que en principio recuerdan al No Code de Pearl Jam, pero poco después se descubren como un puzzle que forma también la fotografía de portada, con participación directa de toda la familia de Fer a un lado y otro de la cámara; en tiempos covid es natural recurrir al entorno cercano, pero es que además el resultado artístico es increible, convirtiendo al disco en un recuerdo vivencial que viaja de nuevo directo de un corazón a otro.
Los temas siguen rezumando Deidre. Tal vez Girando se aparta un poco por sus aires más pop, pero sólo hasta que escuchas la letra con atención. En el apartado de colaboraciones destacan los sendos solazos que regalan Jorge Gancedo y Javier Prieto, por lo demás podríamos decir que Deidre es ahora un One Man Project desde la composición hasta el master final. Eso sí, el tiempo ha pasado para bien, y poniendoles de seguido no se aprecian grandes diferencias entre Alquimia y Déjà Vu, siendo esta una producción de garage.
En general el rock metal de Deidre con influencias de la tristeza grunge sigue intacto, como sigue intacta la pluma de Fer, que dispara de manera sincera, sin artificios y sin grandilocuencias, subrayando la verdad de la vida una vez que abandonamos todas las máscaras. Estamos caminando sin brújula ni destino, a veces simplemente nos sentimos solos y queremos que alguien nos quiera, lo demás poco importa.