Hola de nuevo, les saluda este chapucero pero afanoso reseñador practicando el intrusismo para con la critica musical seria y fundada. Esta vez me ha tocado el último disco de Napalm Death así que creo que siendo un grupo que me gusta bastante podre articular algunos pensamientos coherentes. En la información general y técnica del disco no me detengo porque hay está internet para ilustrarnos, en lo musical si que me detendré un poco más.
Es un disco que sale en una época convulsa para el grupo, en unos cuantos años y por diferentes motivos han perdido a Jesse Pintado y ahora a Mitch Harris, dos guitarras que esculpieron en gran medida el sonido de la banda desde los primeros 90. Ahora es Shane Embury quien parece haberse echado un peso mayor a la espalda en el tema compositivo y ha podido con la carga añadida. Napalm en sí es casi una dinastía si empezamos a contar nombres desde los tiempos de J. Broadrick, una dinastía aristocrática musicalmente si vemos lo que han dado de si musicalmente sus ex integrantes. Lo importante es que las mutaciones del grupo no han devaluado el nombre del grupo ni sus méritos artísticos. Lo demás, para gustos.
Es evidente que hace décadas que no son un grupo de grindcore tal y como se concebía el estilo en origen, los defensores de la ortodoxia pasarán el boli rojo tras From slavement… y los demás pues les habremos ido encontrando otras virtudes, por ejemplo haber sido capaces de sintetizar mucho de lo que surgía en el extremismo musical y de realimentarlo al tiempo: punk, HC, death metal, metal clásico, industrial y me parece que me quedo corto porque igual habría que meter algo de progresivo, grupos inclasificables como Swans y teniendo en cuenta que Barney o igual mejor ya Mark Greenway es fan hasta de algunos grupos de AOR pues… La etiqueta de grupo extremo no les va mal porque además tienen más extremidades que un pulpo y las dominan bien.
En este último disco si que los encuentro algo más experimentales, están los ingredientes de siempre pero parece que se han metido un poco más de la habitual en otros jardines y se nota tanto en sonido, estructuras y voces. Vuelvo a lo de antes, habrá a quien le apeste o como en mi caso, lo agradezca.
Sobre la columna vertebral el grupo Embury-Herrera-Greenway la aportación del nuevo guitarra John Cooke (que era de casa para el grupo) está a la altura. Liricamente lo de siempre y que dure porque lo hacen bien e interesante, siguen siendo un grupo de vocación humanista que ponen el dedo en las llagas de eso que vamos a llamar, para resumir; el” sistema”, la explotación, la guerra, el exilio forzoso por motivos económicos, religiosos, culturales o por la guerra, la liquidación progresiva del planeta, la crueldad, el uso y ejecución en masa de los animales para nuestros propósitos, el fanatismo, la crueldad humana. (recomiendo un visionado a los clips que han sacado que han conseguido poner imagen a la angustia de los temas). También hay tiempo para la mirada interior existencial. Pocos grupos del estilo hay que merezcan una buena lectura del libreto de las letras.
Habrá a quien le parezca muy P.C. en estos tiempos en los que la incorrección política parece que se confunde con un eructo de caspa. Por mi bien y que sigan por ahí. Y no quiero aburriros más porque hoy en día las reseñas con el acceso fácil a todo no dejan de ser un complemento prescindible. Si a alguien le resulta util mi opinión como fan de la banda pues ahí lo lleva.
Roque Erickson