Hace ya un tiempo, cuando se editó el primer (y hasta ahora único) número del fanzine de Noche de Rock, escribí un articulo dedicado a Danny Gatton como parte de una sección titulada “unsung heroes”, que tenía como objetivo reivindicar figuras que, por un motivo u otro, habian quedado opacadas a pesar su incuestionable talento. Pues bien. otro de los candidatos pendientes para dicha sección era el protagonista de esta reseña, Ronnie Earl. Hubo un momento.en la década de los 90 en que pareció que la carrera de este hombre iba a despegar, con albumes tan estimables como “I like it when it rains” o “Still river”, que culminaron con el fantástico disco en directo “Guitar virtuoso live in Europe”. Después de darse a conocer sustituyendo a Duke Robillard en los míticos Roomful of blues, parecia que iba a consolidarse como uno de los grandes estilistas del género. Sin embargo, diversos problemas de índole personal le obligaron a dar un brusco frenazo en la pista de despegue y a continuar su carrera centrado en el ámbito local de Nueva Inglaterra, lo que ha reducido notablemente su repercusión.
Es una pena porque Earl no ha dejado de producir excelentes trabajos todos estos años. También es cierto que nunca ha encajado en el prototipo de nueva estrella blanca del blues que tanto ha fomentado la industria discográfica estas ultimas décadas. Ni fue un niño prodigio (de hecho empezó más bien tarde a lo Wes Montgomery), ni tiene querencias blues rockeras. Su espejo reconocido siempre ha sido Otis Rush y, si me apuras, diría que pertenece a ese linaje de guitarristas que beben de las fuentes de T-Bone Walker e incorporan a su fraseo y recursos elementos del jazz clásico. No es casualidad, por tanto, que fuera el elegido para ocupar la vacante de Duke Robillard, miembro destacado de este club. Estas influencias, sumadas a su excepcional sonido de guitarra y la brillantez de su fraseo le han convertido en uno de los guitarristas mas elegantes y personales del circuito.
Desde su etapa álgida en los 90 es sencillo apreciar este hecho, porque Earl acostumbra a incluir temas instrumentales en sus discos, llegando a grabar varios álbumes sin temas cantados, como el ya mencionado “Stil River” uno de los momentos cumbre de su trayectoria.
En un estilo de musica popular como el blues, tan ligado a la tradicion oral y al arte de narrar historias, los discos instrumentales son inusuales, lo que hizo en su momento la propuesta de Earl resultase más singular. A partir del año 2014, la incorporación como miembro fijo de los Broadcasters, su grupo de acompañamiento de siempre, de la fenomenal cantante y armonicista Diane Blue ha agregado nuevos colores y junto con el añadido con cierta frecuencia en estos ultimos discos de instrumentos de viento dotan de un regusto a soul en momentos puntuales que complementa a la perfección la base de blues con toques de jazz habitual.
Dentro de esta ultima etapa de los Broadcasters seguramente sea este “Beyond the blue door” la obra mas redonda, con un perfecto equilibrio entre temas cantados e instrumentales y estupendas colaboraciones que aportan diferentes matices. Asi, por ejemplo, la participación de vocalistas masculinos como Kim Gordon, ejercen de contrapunto a los interpretados por Diane Blue, o la colaboración de saxofonistas como su antiguo compinche de Roomful of blues, Greg Picolo, complementan su trabajo como solista.
Un aspecto a tener en cuenta de Earl, es que siendo un virtuoso por derecho propio no siente la necesidad de demostrarlo en todo momento y no duda en quedarse en segundo olano acompañando, dejando espacio de sobra para lucirse a sus invitados o a sus compañeros de banda, como el teclista Dave Limima. También hay un equilibrado balance entre temas propios y versiones de otros artistas. En la selección de estos últimos muestra su ductilidad, ya que incluye desde el sonido Philadelphia del corte inicial ” A brand new me”, popularizada por Dusty Springfield o”Drowning in a sea of love” interpretada por Joe Simon , a clásicos del blues como el ” Blues with a feeling” de Little Walter, pasando por versiones acústicas de Bob Dylan en “It takes a lot to laugh, it takes a train to cry”, con la inestimable ayuda del guitarrista David Bromberg, o una relectura instrumental del clásico que cantara Ray Charles “Drown in my own tears”, en la que Picolo está sobresaliente.
Incluso se versiona a si mismo revisitando su antiguo repertorio y dotando de nueva vida a “Peace of mind” y “A soul that’s been abused”, adaptados a su formato de banda actual. Esto no quiere decir que no disponga de nuevas y variadas composiciones propias, y en este sentido muestra su generosidad presentando tanto temas escritos por él y parte de sus compañeros de los Broadcasters como alguno escrito sólo por miembros de la banda, como la impresionante “Bringing light to a dark time” compuesta por Diane Blue y el bajista Paul Kochanski. En su linea de homenajear a sus heroes se encuentra el blues “Wolf song” y la sensacional instrumental “T-Bone stump”, y mostrando su sensibilización con la situación social y racial en su país cierra con otro tremendo instrumental “Blues for Charlottesville”, como en su momento compuso una canción a George Floyd o en su más reciente trabajo. “Mercy me” de este mismo año, recupera el himno de John Coltrane “Alabama”, que no ha perdido su significado y su carga de denuncia desde los años 60.
Ronnie Earl no sabe hacer música mediocre, pero “Beyond the blue door” es de sus trabajos especialmente buenos y un buen punto de partida para iniciarse en un artista inmenso.
Oscar García del Pomar