Se abre una nueva puerta, esta vez de la mano de Noche de Rock, así que antes de nada, dejadme que de las gracias a Oskar y a Scheitan por confiar en mí para traeros, de vez en cuando, algunas impresiones sobre estos “Discos de la Semana”. Gracias mayúsculas.
Digo “impresiones” porque no me siento capaz de hacer una reseña tan magnífica como las que encuentro y leo por ahí, simplemente me gusta escuchar y traeros eso, mis primeras impresiones.
Tengo que decir que esta vez hay algo de trampa, porque este disco, “HEX” de TOUNDRA, ya lo había escuchado. Es ahora, al enfrentarme a plasmar en un folio en blanco lo que siento, cuando me paro a pensar en lugar de disfrutar y dejarme llevar por las melodías.
No creo que le quepa duda a nadie que Toundra son una de las grandes bandas del post-rock nacional y tampoco creo pasrme si digo que están entre los primeros puestos de Europa en este estilo. Es cierto que ellos no quieren quedarse en ese “post-rock” porque está claro que las etiquetas limitan y en este nuevo trabajo, “HEX” se lanzan a una obra musical que trasciende estilos y etiquetas. Simplemente es MÚSICA.
Un disco que transita entre la fuerza, el intimismo y los cambios de ritmo que llevan en volandas al “escuchante” porque “HEX” no es una obra para ser oída, precisa tu escucha. Envuelve a la persona al otro lado y eso los madrileños lo hacen a la perfección desde hace muchos compases.
Un trabajo que recupera el paréntesis hecho con el maravilloso e imperdible proyecto de poner música a la película “Das cabinet des Dr. Caligari”, la cinta muda de 1920 dirigida por Robert Wiene en el que se refleja la autoridad brutal e irracional y donde Caligari representa al gobierno militar alemán.
Si tengo que plasmar lo que suena en mis oídos mientras escribo y desgrano los pensamientos que se agolpan en mis dedos, debo hablaros del gusto por los pequeños detalles que se palpa en cada composición, en cada nota, en los colores tanto musicales como físicos de los formatos y que también llegan en la forma en que se distribuyen los temas. Cara A, para los nostálgicos, una pieza completa dividida en tres partes. “El Odio” comienza con una mezcla de calma y explosión. Con un tránsito vital donde encontramos energía, pureza y momentos calmos. Introspección que enlaza con la segunda parte donde volvemos a vivir ese “día a día”. Ese “sube y baja” emocional. Esa banda sonora que podría acompañar al protagonista de cualquier historia y que culmina en la parte tres con un canto y una melodía de esperanza o quizá la entrada al mundo de los sueños. El final del día, el final de la cara A.
La Cara B, comienza en “Ruinas” y tras una “Larga Marcha” aparecemos en “Watt” donde la colaboración del saxo de Adrián Bauzo toma mayor protagonismo. “Watt” acelera. Si el disco me acuna por momentos, el tercer tema, me levanta del asiento. Siento que puedo saltar a la vez que escribo. Ese sube y baja del que os hablaba antes, entre trémolos y armonías progresivas que sugieren esperanza y paz. Nuevos aires sobre sonidos conocidos, propios de la “toundra”
Y casi sin darnos cuenta de que han pasado cuarenta y cinco minutos llega el “Fin”. Un final como el disco, con un tono esperanzador. El punto electrónico y experimental llega de la mano con la electrónica de Javier Cosmea que dota a la pieza de ese punto onírico y por momentos hipnótico. Fin. El colofón de una obra que, tengo que reconocer no puedo ser objetivo, me gusta mucho y me acompaña en bastantes momentos de la vida. Creo que ya lo he dicho, condensa veinticuatro horas en cuarenta y cinco minutos.
No quiero irme sin destacar la fotografía de la portada. Otra obra de arte, esta vez plástica, del fotoperiodista y ganador de un Pulitzer Manu Brabo. Maravillosa primera impresión y recuerdos nostálgicos de los tiempos en que compraba discos por su portada.
El gusto de Toundra por los detalles, del que antes os hablaba, se refleja también en un cortometraje realizado por Jorge Carbajales sobre las tres partes de “El Odio”. Imperdible.
El disco fue grabado, mezclado y masterizado en Ultramarinos Costa Brava, en la localidad de Sant Feliu de Guíxols, Girona.
Quiero acabar preguntándome por los límites de Toundra. No hablo del disco perfecto, ni mucho menos, pero me parece que “Hex” está a un nivel muy alto. No quiero pecar tampoco del mal de estos nuevos tiempos, la necesidad de material nuevo, entenderme bien. En breve comienza la gira del 23 para defender en las tablas el trabajo, pero sinceramente, estoy deseando oír que nos depara en el futuro el cuarteto madrileño.
Igual que la tundra siberiana alberga una mezcla única de flora y fauna, Toundra nos presenta en cada trabajo una mezcla única de melodías que generan sentimientos y emociones.
Elros Alcarin