Fue en un lejano 2008 cuando The Hellacopters echaron el freno de mano a su proyecto, con una gira de despedida memorable que los dejaba posados en un punto muy alto. Todavía resuenan en mi cabeza los guitarrazos del concierto que descargaron en la Sala Rock Star de Barakaldo, con la agridulce sensación que me producía la incertidumbre de si los volvería a ver de nuevo.
De ahí nació una bandaza como son Imperial State Electric, en la que se mantenía el sello de calidad del corazón de ambos grupos, el gran Nicke Anderson. Hay una recomendable entrevista a ISE en Radio 3 (creo que en Turbo 3) en la que le preguntaban inevitablemente por The Hellacopters. Dentro de la sinceridad y sencillez con la que se explica, comentaba que el proyecto se paró porque consideraba que no daba más de sí y no pretendía rodar por rodar, si bien bromeaba con que habían tenido que anunciar su gira de despedida para llenar salas más que nunca. Por otro lado, avisaba que de la misma forma que interrumpieron su trayectoria, eran dueños de volver a arrancarla sin más explicaciones cuando les viniese en gana como dueños que son de su proyecto.
Efectivamente The Hellacopters volvió a la vida en 2016 con para un único concierto por sus 20 años de historia, pero la calurosa recepción del concierto hizo que se convirtiera en algo más y esta vez las cosas eran un poco distintas. La expectación entre los seguidores había conseguido que volvieran en una nueva posición en la que ya eran cabezas de cartel por derecho propio de muchos festivales.
The Hellacopters había sufrido también una forzosa reestructuración de su formación en este periodo, pero sin dejar de contar con gente de la casa. Dregen (Backyard Babies), quien formara parte del origen de la banda, ya se dejó ver sobre los escenarios en los conciertos de regreso sustituyendo al maravilloso Robert Dahlqvist. Si bien soy más partidario del estilo de este último, hay que reconocer que Dregen ha encajado como una pieza perfecta en el puzle, llegando a la altura del pobre Robert que nos abandonaría poco después. También es notable el cambio en el bajo con Dolf De Borst (Imperial State Electric) cubriendo el hueco de Kenny.
Tras este preludio nos trasladamos a 2022, donde se hace realidad el inexorable segundo paso que los más fanáticos esperábamos como agua de mayo, la grabación de un nuevo trabajo de estudio: ‘Eyes Of Oblivion’.
Cuando una banda vuelve a grabar material nuevo tras un parón hay muchas preguntas y miedos que le vienen a uno a la cabeza: ¿Será más de lo mismo? ¿Merecerá la pena? ¿Tirarán por nuevos e inesperados derroteros? ¿Estará a la altura de su legado? El hecho de que estaban en forma ya quedó claro en su gira de reunión, pero compararlo con su periodo más clásico lo considero tremendamente injusto. Los clásicos se hacen intocables y cualquier comparación con nuevas canciones es inútil partiendo de que nuestra situación en su escucha es totalmente diferente. Sería curioso acceder a un universo paralelo en el que ‘Eyes Of Oblivion’ hubiese sido publicado en 2002 sin que nuestras orejas se hubieran enfrentado aún a ‘By The Grace Of God’, y que este último fuese el álbum de regreso de la banda que compite contra sus propios clásicos, intentando ser lo más sacrílego que puedo.
Lo primero que queda claro es que es un disco de The Hellacopters, con todos los elementos fundamentales de los suecos: los solos electrificantes, los redobles vertiginosos de tambores, los martilleos de piano… si bien el color de la etapa Imperial State Electric se deja notar, y para bien, con ese regustillo a rock más clásico en ocasiones y coros pegadizos que se van alternando con los riffs más característicos de los escandinavos. Las ‘nuevas’ incorporaciones ayudan a estos nuevos matices, pero el grueso de la banda sigue manteniendo todo el peso.
Desde el arranque del álbum con ‘Reap a Hurricane’, no pude evitar pensar que la canción se había quedado grabada en mi cabeza al instante como un clásico más de The Hellacopters. A la escritura de estas líneas ya lo he podido constatar tras su concierto acompañando la gira de Metallica, donde me entró como una de las de toda la vida. De esto hay mucho en todo el disco, de la parte más indistinguible de los Imperial State Electric también, pero ambos polos maridan perfectamente.
La guinda de ‘Eyes Of Oblivion’ la encontramos en el sentido homenaje que hace la banda a los malogrados LG Petrov de Entombed y el propio Robert Dahlqvist, ambos compañeros de armas de Nicke, dentro de la emocionante ‘So Sorry I Could Die’. El video que lo acompañó en su lanzamiento es, pese a su sencillez, para poner los pelos de punta a los que hemos seguido a la banda y/o ambos protagonistas.
Siempre he sido un poco escéptico con la vuelta de las “viejas glorias”, pero el caso que hoy me ha ocupado está por encima del bien y del mal, por la sinceridad con la que han regresado y por las 10 canciones de puro rock que han quedado registradas para la causa. Una excusa perfecta para que me siga acercando a la energía eléctrica de sus conciertos.
Juanma Pinto