Han pasado casi 5 años desde la edición de “Wasteland”, un album catártico que representaba de forma metafórica el duelo por la muerte del guitarrista Piotr Grudzinski y suponía un punto de inflexión en la carrera de Riverside. Por tanto, es lógico que hubiera bastante expectación de cara a esta nueva obre ” I.D Entity”, que, en general, ha sido bastante bien recibida y consolida a la banda como una de las puntas de lanza del género progresivo en este siglo. No han faltado tampoco voces que, sobre todo basadas en alguno de los adelantos, han apreciado un acercamiento de los polacos a sonidos más comerciales, siguiendo un poco la estela de los ultimos trabajos de Steve Wilson.
Sin embargo, lo de Riverside no parece una apuesta clara como lo de Wilson, si no mas bien, elementos puntuales dentro de la amplia paleta de colores del grupo. De hecho se circunscribe a dos canciones concretas, la inicial ” Friend or foe” y la que cierra el disco “Self aware”. La primera, sobre todo en las estrofas, tiene una clara influencia del synth pop de los 80. Aunque la entrada de la guitarra en los estribillos y algun riff metalero escondido la separa del clásico sonido a A-HA o OMD, y la segunda se inicia con un pegadizo riff de guitarra, continua con una melodía vocal que tiene un aire a RUSH e incluye una parte que recuerda la forma que tenían de acercarse al reggae POLICE. Pero para contrastar con este inicio el tema desarrolla un largo final instrumental muy ambiental, que bien pudiera parecer extraído de las sesiones que dieron lugar a su “Eye of the soundscape” de 2016, y que lo prolonga por encima de los 8 minutos en la versión extendida. En mi opinión, si hubo un acercamiento del grupo a propuestas más “mainstream” éste se produjo en el “Love, fear and the time machine” de 2015, aunque desde una perspectiva más moderna y no tan deliberadamente retro como en “Friend or foe”.
En cualquier caso, los cinco temas restantes derivan hacia otros derroteros. En “Landmine blast” se acercan por momentos al metal progresivo característico de otras etapas de la banda, mientras que en “The place where I belong” transforman de tapadillo una balada en una extensa suite de 13 minutos. La parte central de la misma con un rugiente solo de hammond sobre una marcada línea de bajo es un momento álgido del disco, sin duda. Y es que el bajo es un elemento fundamental en la música de RIVERSIDE, hecho que se ha ido acrecentando desde que Duda se hiciese con el control creativo completo de la banda. Buena parte de las composiciones parecen haber sido estructuradas y arregladas a partir del desarrollo de riffs de bajo que llevan el peso de las mismas. Y si la producción es siempre un punto fuerte de esta gente, el sonido y mezcla de este instrumento en el álbum es sensacional; Un buen ejemplo es “Big tech brother” en la que, tras un aviso corporativo, sobre la entrada de bajo se teje un enrevesado inicio instrumental a medio camino del rock progresivo y el jazz rock que desemboca en una de las líneas vocales mas inspiradas, que Duda, como ya es costumbre, canta de manera impecable. Llegados a este punto se hace difícil discernir si es mas notable su labor como cantante o como bajista, quedando claro que ambas facetas son esenciales para delimitar como suena el grupo. Eso no desmerece al resto de componentes, cuya participación es tan brillante como cabía esperar, destacando las ambientaciones de teclado y los solos de hammond de Michal Labaj y la plena integración como miembro de pleno derecho del guitarrista Maciek Meller.
Por otra parte, RIVERSIDE nunca han sido la alegría de la huerta, pero en esta obra abandonan la desolación total que impregnaba “Wasteland” y alternan piezas más luminosas, como las que utilizan de apertura y cierre, con elementos más oscuros, a lo largo del cuerpo central del disco.
En cuanto al apartado lírico, éste gira en torno a un concepto global que van desarrollado a través de las canciones. Esto es ya habitual en la carrera de la banda, crear álbumes que si bien no son estrictamente conceptuales y no cuentan una historia determinada, sí pivotan alrededor de alguna temática concreta. En este caso, el juego de palabras del título ya muestra a las claras cual es en este caso esa idea central. La fusión entre el concepto de identidad personal y el identificador de usuarios en internet ID, sintetiza de manera muy acertada el tipo de reflexiones que se encuentran en las letras.
Como complemento existe una versión “deluxe” del álbum, en la que, aparte de las versiones “single” reducidas de “Friend or foe” y “Self aware” presentan un par de interesantes piezas instrumentales que conforman una versión mas guitarrera y centrada de lo que podría haber sido “Eye of the soundscape”, además de enlazar como un guante con el final extendido de “Self aware”.
“IDentity” no tiene quizás la profundidad emocional de “Wasteland” pero es notablemente superior a los dos trabajos anteriores a este, “Love, fear and the time machine” y “Eye of the soundscape” y presenta a RIVERSIDE evolucionando nuevamente en plena forma. Una obra muy recomendable.
Oscar García del Pomar