La ubetense Zahara ha colado dos trabajos distintos como discos de la semana en menos de doce meses. Pocas veces en la historia de Noche de Rock se habrá visto un caso así. En menos ocasiones habrá salido un LP de remezclas y nuevas versiones después de que se haya destacado el trabajo original. Y que me aspen si alguna vez había sucedido esto con dos albums de estilos tan alejados del Rock que da título a este programa. El caso es que la audiencia soberana ha decidido que “Puta” (2021) saliera elegido para el programa 1402, y “Reputa” (2022) lo sea ahora con el 1435.
En el disco original Zahara jugaba a ponerse en la piel de otras mujeres para contar su propia vida. Bien, pues en “Reputa” juega a ver qué sucede al hacer sonar sus propias canciones a través de la música de otros artistas. Unas suenan más afines y otras más alejados del sonido Zahara, pero entre todos han quedado representadas las principales facetas de su propuesta: por un lado, el indie pop para todos los públicos (bien en forma de folk lánguido, bien en forma de bombazos festivaleros), y por otro el giro electrónico que ha dado en los últimos años.
Entre los primeros, me ha gustado bastante la revisión guitarrera de “Merichane” a cargo de las madrileñas Shego (que en el momento en que grabaron este tema aún eran una gran promesa, sin más material publicado que un puñado de temas colgados en internet) y también “Dolores” que, cantada a dúo con Rodrigo Cuevas y arropada por los arreglos orquestales de la Agrupación Musical Ubetense, ha mutado en una majestuosa copla bien cargada de elegancia y dramatismo castizo. Entre los segundos me quedo con Pretty Pretty 2000, que ha convertido “Ramona” en un reggaeton de ultratumba al más puro estilo Arca, o “La hostia de dios” -el único tema inédito del disco, y el único firmado por Zahara en solitario-, una zambullida en un océano de introspección emocional al estilo de The XX.
Por otro lado, dos de los viejos temas se han desdoblado y cuentan con una versión distinta en cada uno de los bandos. Así, mientras Perarnau IV deconstruye “Berlín U5” hasta hacer de ella un techno desesperado, en el sensual dueto junto al mago Alizzz se destapa una faceta descaradamente sexy, inimaginable en el LP original. Y si bien Delaporte comprimen “Taylor” hasta que cabe en un pequeño envase de folk íntimo, en manos de David Soler y Marcel Bagés la voz de Zahara se multiplica y se expande hasta convertirse en un desesperado mensaje de SOS lanzado hacia los confines del universo.
Como suele suceder en trabajos en los que han metido mano gentes tan diversas, no todas las versiones han quedado igual de lucidas. Algunas, como el “Sansa” junto a María José Llergo o la remezcla electro de “Flotante” por Cora Novoa siento que no aportan gran cosa a los temas originales (que, por otra parte, tampoco eran de mis favoritos de “Puta“). Carolina Durante han llevado “Joker” al terreno del punk, pero más allá de un par de giros ingeniosos no veo que el resultado haya quedado demasiado inspirado. Y el “Médula” según La Oreja de Van Gogh me produce la misma incomodidad que casi todo lo que rodea a la banda donostiarra.
Escuchado en conjunto, este disco suena menos asfixiante que la primera versión. Me ha recordado a aquello de “solo no puedes; con amigos, sí” que decían en La Bola de Cristal: como si después de vivir “Puta” desde la más cruda soledad, al compartir esa experiencia con otras personas las cosas empezaran a verse con más serenidad. Las partes más ariscas del original aquí se han suavizado, e incluso hay resquicios por los que se cuela la luz y el optimismo. Los secos recitados de “Joker“, “Merichane” o “Ramona” se han convertido en melodías tarareables. De hecho, si varios de los cortes del hermético “Puta” parecían difíciles de disfrutar de forma separada del conjunto, “Reputa” se presenta casi como un recopilatorio de hitazos.
En fin, pienso que “Reputa” funciona como un interesante experimento de reinvención, que aporta nuevos puntos de vista a una colección de temazos que ya era excepcional pero que, por haber llevado al límite la confesión de la experiencia personal, en otras circunstancias podría haber terminado ahogada como pura exhibición de narcisisimo egocéntrico. Pero también es un trabajo que se escucha con gusto, cuyas canciones brillan sin que haga falta compararlas con sus versiones originales. Y, además, este “Reputa” ha quedado algo así como una fotografía para el recuerdo de muchas de las cosas interesantes (el pop de guitarras, la recuperación de la tradición musical patria, la experimentación a través de la electrónica, las múltiples caras de la pista de baile) que han sucedido en la música española entre 2021 y 2022. Con estos argumentos, el doblete de discos de la semana que se ha marcado Zahara queda bien justificado, ¿no?
Carlos Caneda