Cada vez que escucho “Más que satisfechos“, el primer corte de “Casa Linda” (2023), me entra la sensación de que todo suena muy grande para lo que solían ser Cala Vento. El suspense de la intro, la irrupción del riff en el segundo 48, las guitarras cortantes, la batería rotunda, el coro dels Gospelians de Girona… No me cuesta imaginar al grupo tocándo esto ante una muchedumbre en el escenario grande de un festival. Y me resulta chocante, porque en mi cabeza ellos continúan siendo el grupo que conocí cuando presentaban “Fruto panorama” (2017) en garitos enanos.
De todas formas, al avanzar los minutos me tranquiliza notar que, más allá de la producción reforzada, las nuevas canciones no son tan diferentes de las de sus discos anteriores. En el núcleo de este cuarto álbum de la banda permanece ese rock entusiasta inspirado en el emo y el post hardcore noventeros, construido a partir de los ágiles trenzados entre la guitarra de Aleix Turon y la bateria de Joan Delgado. Y también mantienen la costumbre de acumular tensión hasta hacerla estallar en estribillos irresistibles, que sabes que cuando los escuches fuera de casa no podrás evitar corearlos cogido del hombro de cualquiera que encuentres ahí cerca. Así que pelotazos como “23 semanas“, “Equilibrio” o “Ferrari” golpean con la misma fuerza que “Isla Desierta” o “Gente como tú“, los hits incontestables que han marcardo al grupo hasta la fecha.
Pero al pasar a la segunda mitad del LP parece como si les entrara el miedo a acomodarse y encasillarse (de hecho, “¿Qué hay del placer?” trata justo sobre eso), porque empiezan a probar elementos inéditos hasta la fecha en el grupo. Así es como van llegando el respaldo de Juan y Eva de Amaral en “Teletecho“; el estreno de Cala Vento con el euskera en “Passar pantalla” de la mano de Gorka Urbizu (quien hace lo propio con el catalán); y la hermosísima recta final con la introspección acústica de “Casa linda“, que da paso a (ojo, sorpresón) las bases electrónicas de la preciosidad bailable que es “Contigo“.
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Alumnos aplicados de la escuela del háztelo tu mismo, no se puede entender lo que Cala Vento han hecho hasta la fecha sin prestar atención a sus esfuerzos por sacar el máximo partido a la escasez de recursos. Con esta idea pusieron en marcha el sello discográfico Montgrí y, ya durante la pandemia, levantaron su propio estudio de grabación al que bautizaron precisamente como Casa Linda. En la carpeta del álbum se refieren a este como “un lugar seguro donde estar cómodo y desde donde lo fatal se ve lejano. (…) Casa Linda son estas canciones, pero también son nuestros amigos, entorno, burbuja, comunidad“.
El disco “Casa Linda” suena como un diario de ese punto en la carrera de esta pareja en el que, a pesar de que ellos son conscientes de que no están parando de crecer, deciden hacer un alto en el camino para reunir a aquellos que les han apoyado hasta ahora. Porque han entendido que la autogestión no es posible desde el aislamiento, sino desde la cooperación. Así que tratan de mantenerse unidos a esos otros músicos, la gente con la que han montado conciertos, su público y sus amigos. Todos ellos forman la familia que ellos han elegido, y son quienes les mantienen con los pies en el suelo. O, como ellos mismos cantan, los que, con la que está cayendo, les dan el equilibrio.
En “Casa Linda” los de Girona trata de resumir todas estas experiencias y sentimientos personales. Pero, como si estuvieran haciendo suyo eso de “Nuestra banda podría ser tu vida” que decían los Minutemen, es fácil identificarse con sus ilusiones y sus decepciones, sus dudas y sus alegrías que son las mismas que cualquiera puede encontrarse en su día a día. Supongo que es por esto que, a pesar de todo lo que han crecido, Cala Vento siguen sonando como si estuvieran a tu misma altura y te miraran a los ojos mientras tocan. Lograr que esto suceda es cuestión de humildad, de honestidad. Ahí está la grandeza del dúo.
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¿Cosas malas? Ay, el uso y abuso de ripios en las letras a menudo me saca del encanto. Aunque esos versos sin pulir le dan a la música de Cala Vento un aire de espontaneidad, con el que queda de manifiesto que no tienen ganas de aparentar que aspiran a algo con más trascendencia que la imprescindible. Y, visto el resultado, tampoco la han necesitado a la hora de firmar uno de los grandes discos de rock en castellano de 2023.
Caneda