Aunque esta reseña aparezca ahora, ya hemos tenido tiempo de sobar y resobar las últimas canciones de Órbita que pudimos llevarnos a los oídos. Tres años han pasado ya desde que el trío sacase a la luz el EP que nos ocupa, “Estado de animación suspendida”. Un título que además define a la perfección la fase en la que se encuentra actualmente la banda, a la espera de que, en cualquier momento, sus cápsulas se abran y aparezcan con nueva música.
Nos encontramos aquí con un sonido muy en la línea de lo que la banda viene ofreciéndonos desde sus inicios, pero cada vez más pulido, más fino. Es decir, una mezcla perfectamente equilibrada entre el emo, el post rock y el pop. Es de elogiar lo bien que se mueve el grupo entre lo poco comercial de su propuesta, con canciones que no bajan de los seis minutos, y la accesibilidad, presente en sus melodías, medios tiempos y letras fantásticamente hiladas, que pueden enganchar a cualquier oyente profano y/o despistado. “Y sin embargo se mueve”, que abre el EP, es una buena muestra de ello.
Siguen bien presentes los desarrollos largos y trabajados, como en “Golpe de efecto”, o los slow burnings con su explosión final, como esos dos últimos minutos de “Primer impacto”. Sí, ya sabes lo que se viene, pero no deja de estampársete en la cara y lo único que quieres hacer es esparcirlo gustosamente por todos lados. “Deriva” es la encargada de cerrar esta edición del grupo, dejando el mejor de los sabores de boca.
Si no has tenido oportunidad aún de disfrutar de este EP, te animo a ponerte unos buenos auriculares, darle al play y escuchar con atención, para poder apreciar cada guitarra, cada sintetizador, cada capa, cada detalle de estas cuatro canciones. Crema.
Roberto Silva