DGM se han vuelto uno de esos grupos indispensables por aquí en la última década, concretamente a partir de la publicación de Momentum, que en 2013 que llamó poderosamente la atención de muchos de vosotros, y la posterior colaboración de Mark Basile en el primer (y por desgracia único) disco de nuestros Reality Check que les puso en el punto de mira de otros tantos. La banda venía recogiendo los réditos de su primer disco internacional Frame (2007), sin embargo la carrera de estos Italianos se remonta mucho más atrás, hasta 1994, y seguramente a estas alturas ya sabrás la anécdota de que ninguno de los fundadores Diego, Gianfranco y Maurizio siguen perteneciendo a la banda, que se fue reconstruyendo con varios cambios, pero permanece estable desde la mitad de la primera década del S. XXI
DGM son uno de esos grupos que tomaron el testigo del Heavy Power Metal y le introdujeron elementos de progresivo, les podemos ubicar en la horquilla entre Dream Theater y Symphony X y ya vamos dando pistas concretas. Editan a través de Frontiers, por si sirve para seguir acotando el estilo. Destacan la elegancia de las voces de Basile, con ciertos dejes un poco Hard Rockeros (en la onda de Jorn Lande, por ejemplo) y las guitarras melódicas pero trepidantes de Simone Mularoni que se bate en continuo duelo con el teclista Emanuele Casali. Riffean al metal pero, de nuevo, incorporan aquí y allá momentos más propios del Hard Rock. Por acabar de citar a todos los miembros, Andrea Arcangeli y Fabio Costantino hacen lo que se les supone, dotar de cimientos contundentes a todo el conjunto, con los convenientes adornos y amalgamas propias del estilo, pero sin permitir que nada se tambalee. Por lo demás, DGM tienen un gran equilibrio entre el lucimiento de las partes y el conjunto de canciones memorables que quieres escuchar una y otra vez, incluso estribillazos que se te clavan en la cabeza y te quedas para siempre.
Cuando una banda alcanza la madurez total y tiene ya bien definidas las líneas de su estilo, no tiene otra tarea que seguir produciendo buenos temas. Con más de diez discos a las espaldas no tienen necesidad de inventar nada nuevo para convencer. Así en un lado y en otro de la balanza podemos decir que no nos encontramos grandes sorpresas en Life, pero que sin embargo es un álbum magnífico y sin duda se convertirá en el favorito de quien les haya descubierto a partir del reciente Castrillo Metal. Permaneced atentos estos días, porque se acaba de publicar el The Great Unknown adelanto de su inminente nuevo trabajo Endless que parece irá un paso más allá al tratarse de su primera obra conceptual.
Es curioso pensar como muchos festis más grandes, publicaciones nacionales y público rockero generalista siguen repitiendo como un mantra los nombres de cuatro vacas sagradas y ahí de tapadillo, peña como Evergrey, Circus Maximus o estos mismos se convierten en nuevos clásicos sin llegar nunca a alcanzar el relumbrón. No hay mucho más que ellos o nosotros podamos hacer, queda en tus manos, o mejor dicho en tus orejas, dedicarles los algo menos de sesenta minutos que dura este disco y sacar tus propias conclusiones.