Leprous siempre han sido uno de esos grupos que como Moises extienden sus manos y separan al público en dos. Ya os he contado más veces que allá por 2011 tuvieron el mismo efecto ante la atónita audiencia de Amorphis, cuando les vimos por primera vez, pocos meses después de publicar el tremendo Bilateral. Este verano en el Z! la reacción fue aun más polarizada, probablemente no era el sitio adecuado para descubrirles por primera vez, pero enseguida nos dividimos entre fieles entusiastas y gente que se echaba las manos a la cabeza con expresión de “¿¡qué cojones está pasando!?” y “¿¡Por qué!?.
Podríamos decir que en este tiempo han endurecido su sonido, pero probablemente eso llevaría a confusión, ya que en realidad suenan menos guitarreros que en sus inicios. Si en Tall Poppy Syndrome eran un grupo de metal con aspiraciones de progresivo de vanguardia, ahora son un grupo de vanguardia, que sigue manteniendo algunos elementos de metal. No nos puede pillar de susto porque la evolución ha sido evidentemente progresiva; valga el juego de palabras.
En su propia opinión este álbum recoge elementos más tradicionalemente metálicos porque ha dejado la parte más cinemática y sinfónica para su álbum en solitario, abriendo más hueco a sus compañeros en Leprous. Sin embargo es innegable que la voz de Einar ha ido ganando cada vez más presencia y protagonismo, y que las canciones de Melodies of Atonement no distan tanto de las que incluyó en su álbum en solitario 16 del pasado año. También es cierto, pero es que tiene una voz tan particular y tan expresiva que en muchas ocasiones hace falta poco más para llenar un tema.
Del otro lado, ha habido un proceso de poda. No es que las canciones sean más sencillas, es que no le tienen miedo al silencio y hay mucho espacio para que cada elemento brille. Baterías elaboradísimas, guitarras rugientes que te encuentras cuando ya no las esperas, sutiles arreglos y bases electrónicas que amplían los horizontes de sus sonoridades.
La aparente capa de comercialidad de algunos ganchos y estribillos esconde historias tormentosas, como las reflexiones de Einar sobre el suicidio de su padre cuando tenía 19 años, y el autoflagelamiento sobre los males que te vas encontrando en la vida “It’s all because of you”. El álbum también esconde luz, mostrando a un Einar más maduro y sin miedo a albergar felicidad y satisfacción por un presente que le sonríe.
Las opiniones sobre el global pueden variar dependiendo de las expectativas. Algunos fans se encuentran muy contentos de ver que este nuevo trabajo vuelve a incluir riffs distorsionados que parecían estarse desvaneciendo, otros se han sentido defraudados por que el disco completo no camina en esa dirección, como apuntaban los singles de adelanto… Creo que todos coincidimos en que Leprous están avanzando en su propia dirección con el arrojo propio de los pioneros, ellos quitan las bardas y otros transitan después por el camino que han despejado. No me parece nada sencillo haber definido un sonido tan personal y aun así seguir dando sorpresas en su octavo disco de estudio.
Pienso que a veces juzgamos demasiado rápido. Creo que la épica y la capacidad de crear ambientes de Leprous es difícilmente igualable, pero también me parece que es complicado dejarse llevar si tienes la escopeta de las opiniones cargada desde el momento en que le das al play. Está lleno de detalles y matices maravillosos, pero tal vez, una escucha más inmersiva y menos enjuiciadora sea capaz de arrastrarnos en el viaje.