

Hace ya cinco años del Madrid is the Dark VII, un memorable festival al que nos acercamos por la presencia de unas cuantas de nuestras bandas favoritas; Obsidian Kingdom, Borknagar, Alcest, Paradise Lost, The Gathering, In the Woods… y del que nos volvimos con otros cuantos en la mochila, como es el caso de Darkher, Saor (que cancelaron su concierto a última hora, pero la intriga nos sirvió para empezar a hacerles caso) y por supuesto Hamferð.
Cuando salieron al escenario no teníamos una sola pista, y nos dejaron clavados al suelo con su magistral manera de transmitir la tristeza combinando sabiamente todos los elementos entre el Death Metal, el Death Doom más melódico y el Funeral Doom. Sobre todo la magistral voz de Jón Aldará a quién ya conocíamos, aunque en aquel momento no caímos en ello, por su trabajo en Barren Earth junto a otros grandes (Amorphis, Swallow the Sun, Moonsorrow… ). También le tenemos al frente de otra banda que nos encanta Iotunn. Todo lo que toca lo convierte en oro, porque tiene una de las voces más prodigiosas de toda la escena, capaz de pasar de registros operísticos a los más profundos guturales con una sensibilidad que pone los pelos de punta.
Hamferð es el nombre que se da a las apariciones que advierten de las tragedias las Islas Feroe, fantasmas que atormentan las pesadillas de los que quedan en tierra mientras sus familiares se adentran en la profundidad de la mar. En 1915 un barco ballenero se hundió cerca de la costa de Sandvic y catorce hombres resultaron muertos. El concepto del álbum parte de la impotencia de quienes desde la costa contemplaban sin poder hacer nada para evitarlo.
Ábær nos abandona en un bote de remos navegando a través de un huracán, con las olas chocando, el viento y la lluvia golpeándonos. Esa idea de estar sólo y desprotegido a la intemperie y sin embargo, sobrevivir, es la tenue luz que nos guía hasta el final del disco “pero la mano de Dios es fuerte”, afirma la voz de uno de los protagonistas de la tragedia. Y podemos sentir su mirada anciana y reflexiva, sabiendo que su cuerpo bien podía llevar tiempo pudriéndose en el fondo del océano, y que el resto de su vida ha sido un regalo.