Encaro esta reseña con la sensación de estar completamente abrumado ante este disco, te lo tiran con contundencia: esto es lo que somos, ahí lo tienes, apáñate con ello como veas. Lo cierto es que pese a ser mi primer contacto con la banda me llamó rápidamente la atención y lo acogí de forma casi espontánea. Uno se sienta a reflexionar sobre el álbum y la verdad es que no sabe por donde meter el bisturí, la tormenta que se desata una vez se pulsa el play en la primera canción apenas se detiene (o más bien aminora) durante algunos momentos muy concretos como esa ola que deja de hacerte la lavadora por un momento para dejarte salir a respirar antes de que venga la siguiente a sumergirte de nuevo.
Repasando su discografía anterior tengo la sensación que han decidido empujar su carrera a través de una producción más moderna manteniendo la esencia de su estilo: violencia, brutalidad, velocidad…dentro de una catarata de riffs y cambios de tempo. La producción resulta exquisita en medio de tanta velocidad y técnica.
El disco se mueve en una tónica general de ritmos vertiginosos, sienta sus bases en lo extremo y lo excesivo y además consiguen que su música camine a lo largo de todo el disco, de casi una hora de duración, de forma muy homogénea pero sin la sensación de resultar repetitivos o llegar a saturarte. Como esas jornadas gastronómicas de (inserte aquí su ingrediente favorito) en la que todos los platos están basados en los mismos sabores principales pero condimentados, cocinados y aderezados de diferentes maneras, de forma que van cayendo sin que llegues a empacharte antes de terminar. Como oyente te dan espacio para que, en medio de toda esta velocidad y agresividad, puedas cabecear con riffs propios del metal “moderno” de principios de este siglo y también salpican los temas de melodías vocales con cierta épica pero que no dejan de resultar agónicas. Utilizan con mucho tino recursos como algunos coros o arreglos en segundo plano para enriquecer su música sin salirse de lo que es su base más extrema.
Hay que destacar el amplio rango vocal del cantante dentro del espectro extremo en el que se maneja. Su voz pasa a ser un instrumento más del disco con multitud de efectos y registros que ayudan a definir las diferentes fases por las que pasan los temas con los cambios de velocidad que se van sucediendo. Esas voces “smeagolizadas” no vienen para ser agradables al entrar principalmente con melodías, nos liman un poco el clima frenético del disco, pero son incómodas y no quieren que escapes de su universo del todo.
La base rítmica ocupa un papel protagonista en todo el álbum y pese a que el foco de atención está principalmente en su actividad frenética, llama la atención como también está llena de detalles y florituras a los platos que colorean el trabajo de su batería durante todo el disco.
Temas como Scourge of Offspring, We Eat Our Young o A Photic Doom son algunos de los que se clavan rápidamente en tu cabeza, son un auténtico chute de energía. Me cuesta poco imaginármelas entre su setlist durante sus giras, uno se pregunta sobre la viabilidad que tendrá el poder trasladar esta música al directo. Sería una delicia ver como esta peña se desenvuelve sobre un escenario.
Como contrapunto, se permiten un desarrollo más largo y bajando la intensidad a lo largo de más de 10 minutos en su último tema Just Another Body que supone un gran magnífico cierre.
Para mí fue uno de los discos del año en 2023, de los que te traslada la sensación de ser uno de estos que hacen que el desarrollo de la música dentro de cada estilo continúa avanzando. No lo dejaría pasar por alto.
Borja Ponga