My Dying Bride nos visitaron el año pasado tras una larga temporada sin pasar por España, concretamente desde que vinieron como teloneros de Iron Maiden en la gira del X Factor. Es curioso, pero aun nunca han venido en solitario, y tras la publicacion de este gran disco, tenemos verdadera impaciencia porque lo hagan.
A Line of Deathless Kings es un disco oscuro, lento y melódico en el que My Dying Bride vuelven a dejar claro que son reyes absolutos e inmortales del panorama doom internacional. Son ya casi quince años desde la publicación de su primer disco, y con una lógica evolución que ha convertido su sonido en algo menos crudo, pero más elaborado, se puede decir que permanecen firmes a los principios que les vieron nacer. Conservan intacto ese aire literario y decadente que les hace inconfundibles.
A Line of Deathless Kings es una perfecta continuación de Songs of Darkness, Words of Light, incluso la obertura de To Remain Tombless viene a ser una especie de Reprise que podría servir de enlace perfecto entre los dos discos. Si bien es a partir del segundo tema cuando encontramos la primera gran bofetada de miserias, con un riff pausado y melódico típico de Andrew Craighan y con una ruptura armónica total en el minuto tres y medio que consigue transmitir a la perfeción los sentimientos que podemos esperar en un disco de MDB, Desolación y soledad, amor destruido. Durante el disco nos encontramos con otros muchos grandes momentos, como el clavicordio de entrada en I Cannot Be Loved, la armonización de las voces en Thy Raven Wings, el fragmento de oscuridad industrial de One Of Beauty’s Daughters, o el contraste entre las voces lentas y el doble bombo a toda velocidad de Deeper Down. Para finalizar con The Blood, The Wine, Ther Roses, que curiosamente incluye un pequeño arrebato de ira y velocidad durante los últimos treinta segundos que sorprende porque rompe absolutamente con todo el resto del disco.
En cuanto a Aaron, continua con su via crucis particular, que en esta ocasión le aleja de los guturales, pero que profundiza en otras particularidades expresivas que conducen hacia una sensación de angustiosa claustrofobia existencial.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por MY DYING BRIDE