Es curioso cómo van envejeciendo aquellos que comenzaron a grabar discos y a tener éxito en los 60: Unos se han retirado; otros muchos sobreviven en los circuitos de la nostalgia, sin aportar absolutamente nada a su carrera, limitándose a sobrevivir (que no es poco), a esperar otra oportunidad; y hay otros, como el caso que nos ocupa, que se han dedicado a arriesgar a cada paso que daban, muchas veces estrellándose (esos terribles 80, aunque yo le guardo cariño a esos discos) y otras muchas, acertando de pleno o al menos dejando la sensación de que siempre hay algo que merece la pena dejar registrado.
Uno de estos casos es el de Neil Young, que después de haberse recuperado de un aneurisma sufrido hace 4 años, está que no para, parece tener prisa, no desaprovecha ninguna oportunidad y sigue dando salida a todo aquello que es capaz de producir.
“Fork in the road” nace de la experiencia de reconvertir su coche de finales de los 50 en un automóvil ecológico, y darse un paseo de unas semanas por su país. El hombre sigue siendo un romántico y aún cree que este mundo se puede cambiar a mejor, me parece bien si además le inspira discos cómo este.
Le ha salido un disco duro y agresivo, arisco, con guitarras cortantes y estribillos pegadizos.
El disco arranca con “When Worlds Collide” y “Fuel Line”, dos canciones contundentes y secas, de riff. “Just Singing A Song” es de esas que te da la sensación de que se podría alargar hasta el infinito en directo. “Johnny Magic” y “Get Behind The Wheel” son rocanroles vacilones y pegadizos, ideales para empezar el día.
El disco apenas da respiro eléctrico, pero se cuelan un par de temas, sobre todo “Light A Candle” casi al final del disco, una típica canción de Neil Young con acompañamiento acústico y con una steel guitar que quita el hipo, una canción para añadir a sus conciertos en el set acústico, no desentonaría en absoluto al lado de esas joyas que os estáis imaginando.
No hay nada novedoso ni sorprendente en este disco, pero yo cuanto más lo escucho más me gusta. Es un disco hecho con urgencia, con canciones cortas y recias, sin miramientos, con portada feista, y eso (al menos a mí) me gusta, porque cada disco que saque este hombre será una celebración de la vida, una forma de decir “aún estoy aquí”
Además en pocos días se vuelve a acercar a la península, nos volverá a dejar con la boca abierta como ya lo hizo el pasado año. Neil Young en directo es la experiencia musical más excitante que haya tenido el placer de vivir y que recomiendo a cualquiera que quiera ver algo grande de verdad, 63 años que aún apabullan encima de un escenario porque sigue guitarreando de lo lindo
Un disco más a añadir a la larga, sorprendente y arriesgada carrera de Neil Young.
Comentario por El Panoli Optimista
Fotografía por NEIL YOUNG