Tras casi dos décadas en Geffen Records, Sonic Youth vuelven a trabajar con una compañía independiente (bueno, si dejamos aparte los devaríos que el grupo ha ido editando en su propio sello, SYR). Para su decimosexto LP han fichado por Matador, un clásico del rock alternativo norteamericano que, entre otros muchos, cuenta entre sus filas a hermanos musicales del grupo como Yo La Tengo o Superchunk. Por otro lado, se ha incorporado a la banda Mark Ibold de Pavement. Todo parece indicar un regreso a la ortodoxia del indi rock norteamericano, ¿no?
Pues en lo sonoro puede que pueda decirse que algo sí que hay. La mayor parte de los cortes rondan los tres minutos, y al grupo no le importa utilizar fórmulas cercanas a algo así como el rock convencional. Andarían por ahí “Sacred Trickster” o “Thunderclap for Bobby Pyn”, himnos punk de apenas un par de minutos, con melodías perfectamente coreables y pegadizas (¿no os chirrían esos adjetivos aplicados a este grupo?). También encontramos cosas como “Walking Blue”, que se arrima al blues psicodélico hasta parecer que quieren hacer una versión de Cream.
Todavía encontramos divagaciones sónicas: el disco se cierra con los casi diez minutos de “Massage the Story”, donde, contra todo pronóstico, lo que predomina son las guitarras acústicas y el pedal steel, y la intensidad eléctrica aparece bastante contenida. Lejos quedan, pues, los salvajes cierres de disco como Trilogy en Daydream Nation o Diamond Sea del Washing Machine.
Así que lo que nos queda es un disco bastante accesible para lo que nos tenía acostumbrada la banda. Y, lo más importante, otro disco que sumar a los grandes trabajos que Sonic Youth nos han brindado en el siglo XXI, “Sonic Nurse” y “Rather Ripped”.
¿Domesticados? Pues la verdad es que hace unos lustros a nadie se le hubiera ocurrido aplicar adjetivos como delicadeza o tarareable a un grupo como este, con un pie en las filas del punk y otro en los laboratorios de música de vanguardia. A alguien que no haya escuchado discos suyos desde mediados de los noventa le sorprenderá que ya no intenten dejar sordo al personal con su cacharrada sónica. Quizá alguno pueda pensar que ya va siendo hora de que se despidan. Pero es que lo estúpido sería pensar que, entrados ya en la cincuentetna, vayan a grabar un disco intentando hacerse pasar por furiosos adolescentes esperando a empezar su primer año en la universidad.
Pero, ¿Se han acomodado Sonic Youth como dinosaurios facturadores de AOR alternativo de primera calidad? Dejemos la pregunta en el aire…
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por SONIC YOUTH