Quique González es de esos personajes que la gente de la calle desconoce, si preguntas, te mirarán con cara rara y se pensarán que les suena y que quizás les estés hablando del vecino del cuarto; sigue estando en esa tierra de nadie, sin acabar de rematar la jugada a nivel popular, pero con una buena legión de fans que en el mismo día que un disco suyo se pone a la venta se lanzan a comprarlo, eso hace que su última referencia llegue al nº5 de ventas nada más editarse, y luego se desplome a los puestos finales de la lista manteniéndose ahí a medida que avanza la gira.
Muchos pagarían por algo así, pero evidentemente, es fruto de un trabajo de muchos años pateándose garitos, tocando siempre que hay ocasión y sobre todo, de seguir escribiendo canciones que llegan a quién las escucha, canciones cercanas que son de fácil identificación con el oyente; por no hablar de el precio que ha pagado por defender su identidad, y pensar que todas las decisiones que se toman son acordes con aquello que se ha defendido en la barra de los bares, es fácil despotricar contra las compañías de discos pero no tanto negarse a aceptar las condiciones abusivas que ellas te ponen en estos tiempos oscuros para el negocio, intentando mantener un status.
Quique ha predicado con el ejemplo, cuando algo no le ha gustado se ha ido, sin voces, sin comenzar a lanzar mierda por la boca, sin escándalos, simplemente por creer que era lo mejor para sus canciones, el tiempo le dará o le quitará razones, pero por el momento va ganando la batalla.
“Daiquiri blues” lo ha grabado en Nashville con sus ahorros y, curiosamente, dice que es el disco que más barato le ha salido, que incluso le sobró pasta del presupuesto inicial. Simplemente envió las canciones a Brad Jones y él se encargo de buscar los músicos adecuados para darle cuerpo a las mismas. Lo fácil sería empezar a largar nombres y curriculums que nos impresionarían, pero si quieres un buen cocido montañés, como no tengas unas berzas (que no repollo) que merezcan la pena…………
El disco es de ambiente calmado, un disco nocturno con pocas estridencias, muy acústico (uno de los pocos arranques eléctricos es “restos de stock”) con un montón de arreglos que no sobresalen, que están ahí, que hacen que las canciones te vayan sorprendiendo a medida que las vas reescuchando. El hammond de “daiquiri blues”, el steel de “la luna debajo del brazo”, la sección de vientos de “hasta que todo encaje” (puro soul sureño), la desnudez de “lo voy a derribar”, la mandolina de “su día libre” etc. Se nota la presencia de aquellos que conocen bien su oficio, que saben lo que es bueno y necesario para una canción.
Uno de los temas que más sorprende es “riesgo y altura”, con ese ambiente de hora de cierre, con los últimos colgados en la barra del bar, con los músicos tocando sentados cigarro en boca, la corbata suelta y la camisa desabrochada y sudada; precioso el solo de trompeta y los arreglos de cuerda.
El disco acaba con la versión de “algo me aleja de ti” del nunca suficientemente alabado Lapido (incluida en “cartografia” 2008), un bonito detalle, aunque no llega a la altura de la original.
La temática de las canciones es la de siempre: amor, desamor, pérdida, soledad, aceptación y sobre todo autoafirmación, aunque a algunas las puedes encontrar dobles sentidos claros (“toda mi vida son cuentas pendientes, y esta nunca será… tu canción favorita…”)
He seguido la carrera de Quique González desde la barrera, sin tomar partido, había cosas que me gustaban y otras no demasiado, pero siempre me ha caído simpático y me ha gustado su actitud; este disco me convence para pasarme al lado de los que lo defienden.
“Daiquiri blues” el “disco americano” de Quique González no le hará subir escalones en su popularidad, pero si ha ganado muchos puntos para quedarse otra buena temporada, y con curiosidad por saber lo que vendrá después.
Comentario por El Panoli Optimista
Fotografía por QUIQUE GONZALEZ