Nuevo disco de Opeth sigue significando expectación y eso, para una banda con otros diez discos de estudio publicados ya es suficiente decir. Es un hecho común a muchas bandas de su generación haber ido cambiando paulatinamente su estilo, pero no todos han sabido mantener las grandes dosis de creatividad de estos suecos.
Al escuchar su nuevo material se mezclan las sensaciones. El integrista que todo fan del metal lleva dentro quisiera que todo siguiese como cuando les conocimos, pero siendo sinceros, cuando la mayoría de nosotros accedimos a su música las cosas ya habían cambiando bastante desde sus inicios, y por tanto no tenemos ningún argumento válido para oponernos a que esa evolución siga su curso natural. Se impone una vez más nuestra recomendación de dejar la mente vacía de expectativas y prejuicios y escuchar la música con oídos nuevos.
Han grabado un buen puñado de excelentes composiciones, y punto. Han variado las dinámicas para aproximarse más a la música setentera y se han alejado de su raiz deathmetalera, si, pero siguen siendo personales e inconfundibles. Nos encontramos ante un album que requiere más esfuerzo y atención aun que muchos de sus clásicos. Más que nunca Opeth piden tiempo y reposo, no una escucha rápida de fondo y conclusiones precipitadas. Este trabajo quiere un momento de calma en el que puedas centrar toda tu atención, y descubrir que el genio de Åkerfeldt sigue presente.
Heritage fue un gran album, pero en algunos momentos nos pareció intuir el titubeo de una banda que se mueve por terrenos distintos a los habituales. Pale Communion es un avance mucho más seguro y rotundo que nos muestra a unos Opeth aun en crecimiento, y eso es mucho más de lo que se puede esperar de una banda que ya se acerca al cuarto de siglo de historia.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por OPETH