Algo quieren decirnos Anathema cuando tras veinticinco años de carrera componen un tema que lleva el nombre de la banda. No hace tanto tiempo Daniel se preguntaba en una entrevista como hubiese afectado a su carrera haber puesto un punto y aparte a la altura del Alternative 4, y haber empezado de cero, como otra banda.
Creo que puedo entenderles. Al fin y al cabo les hemos acompañado durante gran parte de su camino. Este programa comenzó llamándose Noche de Rock hace diecinueve años y no pocas veces me he preguntado como hubiésemos evolucionado si no tuviésemos ROCK atándonos en la raiz de nuestro nombre. Si en algún punto de nuestra historia hubiésemos decidido romper del todo y comenzar con otra estructura que no nos vinculase con nada. Seríamos en parte parecidos, pero también distintos si hubiésemos derribado los primeros cimientos para construir algo nuevo desde cero, pero con el camino más claro por la experiencia.
Anathema decidieron seguir siendo Anathema y han volado muy lejos de sus inicios, pero por algún motivo mantuvieron un nombre que ahora reafirman. Como si las dudas de Daniel se hubiesen despejado y hubiese decidido que SON ANATHEMA, y no pueden dejar de serlo. Como si tras todos estos años se sintiesen en un momento de balance y equilibrio. Sus tres últimos albumes comparten como ingeniero de sonido a Christer-André Cederberg, y forman un bloque muy sólido en el que la banda demuestra una identidad muy madura y reposada.
Ellos mismos definen Distant Satellites como un disco de culminación, con todos los elementos típicos de su música: Belleza, intensidad, dramatismo, tranquilidad y a la vez son conscientes de que han alcanzado dimensiones que en álbumes anteriores sólo intuían. Mantienen su gusto por las estructuras sencillas que crecen y crecen a base de capas superpuestas hasta alcanzar niveles de épica difíciles de describir, como en la suite de tres movimientos que vertebra este lanzamiento. Siguen bebiendo del progresivo más melódico y a la vez no les importa dejar la puerta abierta a momentos mucho más experimentales que llegan a rozar incluso la música disco, electrónica y trip hop en el tema que nombre al album o en You’re not Alone (en la que se llegan a acercar tanto a Porcupine Tree que el mismo Steven Wilson ha acabado por participar en la mezcla).
La portada del disco, es una imagen congelada de una instalación artística del artista coreano Sang Jung Yoo, titulada Distant Light. Encaja a la perfección con el anhelo y la añoranza que evoca el disco. Hay oscuridad, pero una pequeña luz al fondo; brillante, pero inalcanzable.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por ANATHEMA