En el verano de 1986, “Walk This Way” de Run DMC se convertía en el primer single de hip hop en escalar hasta el top 5 del Billboard, la lista de ventas de discos de Estados Unidos. El tema incorporaba riffs de guitarra de Joe Perry y voces de Steven Tyler regrabados a partir del original “Walk This Way”, el hit con el mismo título que los propios Aerosmith habían lanzado allá por 1977. El éxito que cosechó la canción de Run DMC (y el del vídeo que la MTV emitió hasta abrasar la cinta) ayudaron a que “Raising Hell”, el disco en el que aparecía, pasara a ser el álbum de rap más vendido hasta aquel momento (consiguió tres discos de platino), y le abrió a ese género las puertas del reconocimiento masivo.
A menudo se cita a “Walk this Way” como la primera ocasión en que se mezclaban el rock y el hip hop. Pero lo cierto es que antes ya se habían tendido puentes entre los dos estilos: sin ir más lejos, los propios RUN DMC ya habían conseguido pequeños éxitos en las listas de música negra con canciones de títulos tan elocuentes como “Rock Box” (1984) o “King of Rock” (1985). En ellas ya aplicaban la fórmula de cajas de ritmos + riffs de rock duro + rapeo divertido aunque con cierta carga de reivindicación. Pero desde luego que “Walk this Way” fue la que llevó esa mezcla al nivel más alto de éxito comercial.
Y esta fórmula pronto se vio replicada en temas tan memorables como el “Fight for Your Right” que Beastie Boys lanzaron en 1986, o “She Watch Channel Zero” de Public Enemy, que en 1988 incluía samples del “Angel of Death” de Slayer. El caso es que el encargado de la producción de todos esos temas (sí, también del “Angel of Death”) fue Rick Rubin. Y todos ellos salieron publicados en Def Jam, el sello que Rubin había fundado junto a Russell Simmons, a la sazón hermano de Run, uno de los dos MCs del grupo. Si es que el mundo es un pañuelo.
Pero me estoy yendo por las ramas. El caso es que “Walk this Way” no es el único gran momento del disco, ni mucho menos. La fórmula de beats más riffs funciona incluso con más brillo en “It’s Tricky” (en este caso, con sample del “My Sharona” de The Knack) o la que da título al disco, “Raising Hell”. Aunque su inspiración no se limitaba a los juegos rockeros: también despuntan con al funk de “Peter Piper” o “You Be Illin’”, con los scratches furiosos de “Proud to Be Black”, o con las contagiosas percusiones de “Is It Live”. Aunque para mi gusto también hay momentos puntuales que desmerecen al conjunto, como “Perfection” o “Dumb Girl”.
Aunque, entre todas ellas, merece la pena detenerse en “My Adidas”, una oda a la estética de chándals, playeras sin cordones y cadenas de oro que arrasaba entre los chavales de los barrios negros de Estados Unidos. Según se cuenta, cuando a los ejecutivos de Def Jam se dirigieron a los responsables de marketing de Adidas para proponerles un contrato de patrocinio, estos últimos ni se lo plantearon: en sus planes no entraba que la imagen de su marca se viera asociada a camellos, pandilleros y demás habitantes de las zonas chungas de las grandes ciudades. Sin embargo, cuando se les invitó a un concierto del grupo y vieron cómo miles de personas alzaban al tiempo sus zapatillas para cantar el estribillo de la canción, rápidamente cambiaron de opinión y aflojaron la billetera.
El sustancioso contrato que salió de ahí no solo proporcionó a RUN DMC fondos para comprarse nuevas zapatillas y cadenas de oro; también levantó la veda para que grandes marcas empezaran a fijarse en las posibilidades comerciales de la estética de ciertos colectivos desfavorecidos. O, planteado de otra manera, es un buen ejemplo de que si bastantes “avances sociales” de las últimas décadas se han consumado, no ha sido gracias a una lucha política llevada a cabo por los grupos oprimidos, sino más bien porque alguien poderoso ha visto que podía hacer negocio a partir de ello. Está claro: la discriminación se soporta mejor cuando a uno se le permite vestir con ropa cara. En los ochenta lo dijeron Run DMC, y en 2016 lo cuenta MIA.
Bueno, toca ir resumiendo. Más allá del carácter comercial de “Raising Hell”, este disco es un clásico indiscutible del género. Lo es por la colección de temazos que incluye. Y también por ser uno de los álbumes con los que el rap dejó de ser un estilo marginal para convertirse en el nuevo lenguaje universal de la música popular. “Radio” (1985) de LL Cool J, “Licensed to Ill” (1986) de Beastie Boys, “It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back” (1988) de Public Enemy, “Strictly Bussiness” (1988) de EPMD y algunas decenas de discos más ayudaron a que el estilo madurara y se expandiera a una velocidad de vértigo. Digamos que Run DMC fueron los que echaron abajo la valla del ghetto. Gracias a ellos, los que vinieron detrás encontraron el camino despejado.
Comentario por Carlos Caneda