Mi primer contacto con Ozzy sucedió tiempo antes de que hubiese escuchado el nombre de Black Sabbath. Puede sonar raro, pero eran tiempos distintos, sin tanta información al alcance del ratón. Entré en el metal dando tumbos de estilo a estilo y sin ningún rockero en mi familia a quien preguntarle. Mis amigos andaban parecido de perdidos que yo. Conocí el grunge gracias a una vecina de mis abuelos que tenía la tienda del pueblo y me pasaba revistas viejas de la Rip, la Heavy Rock y la Metal Hammer, el punk y el rock estatal por mi compañeros del pupitre de atrás que eran un poco kinkis, al heavy metal llegué por una cinta grabada de Ángeles del Infierno, por los dibujos de Eddie en la carpeta de un compañero de colegio y por un bar que había al lado de la peluquería de mi hermana. Imagínate como era el tema que en cierta ocasión llegué a traerme un vinilo de Aerosmith de casa de un primo de León para grabarle y volvérsele a llevar al año siguiente sin que se diese cuenta.
A los niños de los ochenta nuestras madres nos cambiaban de acera al pasar por delante de Los Yagos, pero algo tendría el dibujo de la puerta porque cuando llegué al instituto y descubrí que tenían una fonoteca de cintas grabadas para uso de los estudiantes la primera que cogí fue una de noventa con el Bark at the Moon de Ozzy por una cara y el Powerslave de Iron Maiden por la otra, este último cortado a la altura de la mitad del Rime of the Ancient Mariner, porque no cabía más. Me gustaría algún día conocer a quien la grabó, darle un abrazo y hacerle saber el tiempo que se tomó para ceder este par de discos marcaron mi vida y fueron uno de los desencadenantes de esto que conocéis como Noche de Rock; El puto efecto mariposa, tío.
Así pues, perdonadme por saltarme Diary of a Madman y especialmente Blizzard of Oz y empezar por este. Se que para muchxs será una blasfemia reseñarle antes que uno de Rhandy Roads, pero me he dejado guiar por el corazón y no por la cabeza. Es que escucho el estribillo de You’re not Different y pienso en mi bicicross y mi walkman. Y no hay quien pare a la nostalgia de alguien cercano a los cuarenta. De todas formas, esperemos que queden muchos Noche de Rock por hacer y haya tiempo en el futuro para rescatar al menos el Bizzard, que sin duda lo merece. Objetivamente, es probable que más que este.
Con la perspectiva cuesta un poco pensar que en 1983 Ozzy fuese el centro de todas las polémicas, acusado públicamente de incitar al suicidio y a la violencia de género a sendos fans que escuchaban su música. Bark at the Moon es un disco que, incluyendo un baladón como So Tired, o un tema tan marchoso como Slow Down, ni vuestras abuelas calificarían hoy de demoniaco. Es cierto que sigue sonando oscuro a ratos, pero también sumamente asequible e incluso comercial; no sólo comparándolo con lo que ha venido después, si no mismamente con los discos de Sabbath. Su productor de confianza Max Norman, sacó un sonido nítido y sin asperezas, menos crudo y más procesado que sus predecesores. No hay que olvidar que, aunque a mediados de los ochenta surgirían grandes discos de metal rápido y sucio, también estamos al borde de toda una corriente de discos Heavies ajustados a los standares de la MTV. Bark at the Moon estaría más cerca de lo segundo en cuanto a composición y producción. La voz de Ozzy flota por encima de todo el resto, con grandes líneas melódicas y estribillos, las guitarras son protagonistas, potentes pero sin aristas y brillan los teclados de Don Airey con aire de peli de terror de bajo presupesto.
El listado de temas no es tan rotundo como el de su álbum debut, (Crazy Train, Suicide Solution, Mr. Crowley, Goodbye to Romance…) y ciertamente tiene algunos puntos bajos e incluso algo horteras, pero también tiene grandísimas canciones. Me es imposible ser objetivo, pero Bark at the Moon, Rock N’ Roll Rebel, Waiting for Darkness o Centre of Reality, por ejemplo, me parecen absolutos himnos, entre lo mejor de toda su carrera. Si lo piensas Ozzy tuvo una papeleta muy gorda con este disco; su carrera en solitario había despegado muy bien, pero muchos pensaron que no sería capaz de reponerse a la pérdida de su carismático guitarrista. Creo que este disco prueba claramente que pudo hacerlo sin demasiado problema.
Para la sección de curiosidades os dire que, al parecer, en algunas versiones europeas apareció el tema Spiders sustituyendo a Slow Down, y Centre of Eternity aparece en algunos prensajes con el nombre “Forever”. Todos los temas aparecen firmados en solitario por Ozzy Osbourne, aunque Jake E. Lee ha afirmado en varias ocasiones que él fue partícipe en la composición, pero que el contrato que le preparó Sharon Osbourne (Con quien Ozzy se acababa de casar y que ya ejercía de manager), le obligaba a no aparecer acreditado, viéndose obligado a aceptar por falta de asesoramiento jurídico. Parece que hay bastante de verdad, ya que el mismo Ozzy lo reconoció en parte en las notas que acompañaban a The Ozzman Comet.
Comentario por Oskar Sánchez