En este ambiente decidieron embarcarse en un viaje a la India para hacer un cursillo de meditación trascendental en Rishikesh con el Maharishi Mahesh Yogi, por mediación de George Harrison, y acompañados por un puñado de celebrities de la época. La experiencia espiritual no fue tan fructífera como pensaban, con Ringo y McCartney regresando antes de terminar, pero el aislamiento y la vida sencilla tuvo como resultado una explosión de la creatividad y se trajeron de la India cuarenta nuevas canciones. Con este nuevo arsenal compositivo entraron al estudio para construir su nuevo álbum.
La grabación fue dura. Esos roces que empezaban a aparecer entre ellos se amplificaron con la llegada de Yoko Ono, cuya rarezas y mera presencia molestaban a los otros tres Beatles y al personal de Abbey Road. Además hubo fugas, como la de Ringo, que sintiéndose menospreciado como músico dejó las sesiones durante unas semanas (en cuatro canciones del álbum, entre ellas Back In The USSR y Dear Prudence, McCartney se encarga de la batería). También lo dejó Geoff Emmerick, su ingeniero de sonido desde Revolver, harto de las tensiones y los malos rollos. Además, George Martin no estaba de acuerdo con el proyecto y quería hacer un disco más corto y centrado. El propio proceso de grabación reflejaba estos problemas; ya no trabajaban sobre una pista base sino que hacían varias tomas de demos en crudo sobre las que añadían el resto de pistas, muchas veces por separado en diferentes salas del estudio.
Sin embargo, y con todo aparentemente el contra, The Beatles (conocido popularmente como White Album por su portada) es una obra maestra espectacular. Es imperfecto, sí, y también irregular, y sufre del mal que afecta a prácticamente todos los discos dobles, que el exceso de ambición repercute en el conjunto. Además es un batiburrillo estilístico que parece no tener la coherencia ni el hilo conductor que poseían sus antecesores, pero la calidad de la mayoría de las canciones dentro de su variedad es apabullante. Nos encontramos a unos Beatles maduros, que ya no buscan experimentar e innovar a toda cosa, sino que se expresan como compositores e intérpretes con todos los recursos que han ido acumulando, sea en canciones completamente desnudas y acústicas como Julia o Blackbird, rockanrolles clásicos como Birthday o Back In The USSR, hard-rock en Helter Skelter, pop meta-beatle en Glass Onion, psicodelia en Everybody’s Got Something to Hide Except Me and My Monkey, ejercicios de estilo varios como Martha, My Dear, Piggies, Ob-La-Di, Ob-La-Da o Rocky Racoon, o Revolution 9, única pieza puramente experimental que continúa los devaneos con la música concreta y los collages sonoros que Lennon y Ono habían comenzado poco antes en Two Virgins. Además el Álbum Blanco supone la eclosión definitiva de George Harrison como compositor, poniéndose a la altura de Lennon y McCartney con My Guitar Gently Weeps, una de las mejores canciones del disco.
En definitiva, The Beatles es una de las obras claves en la carrera de los de Liverpool, contendiente a mejor álbum de su discografía y a su manera casi tan influyente como el Sgt. Pepper’s (que se lo digan a Charles Manson). Gloriosa resaca.
Comentario por Absento