A NIGHT AT THE OPERA: En el This is Opera dedicado a La Boheme descubrimos a un tenor aficionado al Heavy Metal. Se ve que no somos los únicos chalados que ven más similitudes que diferencias entre los géneros musicales.
Calados hasta los huesos, con la lengua fuera y el corazón saliéndonos por la boca llegamos al Campoamor: El cajero de aquí no había querido darnos las entradas y en atención al cliente nos dijeron que tendríamos que sacarlas en la comunidad vecina, porque al parecer Liberbank no ofrece ese servicio “tan lejos” del destino. (globalización). Nos entretuvimos charlando con el taxista y nos dejamos el resguardo de compra en el asiento de atrás. Con los nervios nos confundimos de tarjeta y pensamos que al final nos quedábamos sin poder pasar. Para más inri, el que hasta entonces había sido un día casi de verano rompió en una tormenta de las de pensar en construir un arca.
No le conocíamos, el teatro. Los que habéis estado en alguna ocasión sabréis que es un marco ideal para ver un espectáculo de este tipo, pero por otro lado tiene el inconveniente de que el anfiteatro tiene forma de herradura muy cerrada y algunas localidades tienen visibilidad reducida. El programa que ejecuta la venta tiene un plano un poco engañoso y no avisa en ningún momento. Si no has estado previamente puedes acabar comprando asientos no demasiado bien situados. Los nuestros fueron una cosa intermedia, pero al menos estábamos ya dentro y algo más secos.
Henry Murger fue dramaturgo, escritor, poeta y colaborador de revistas literarias. Sus años de juventud los pasó con su pandilla de amigos artistas autodenominados “Los bebedores de agua” ya que no tenían dinero para vinos caros. A ratos pienso que si viviese hoy habría quien le llamara perroflauta. En su novela “Escenas de la vida bohemia” describe la vida de aquellos artistas y pensadores dispuestos a sacrificar su seguridad económica a cambio de la búsqueda de un ideal artístico.
De hecho, el propio Puccini debió hacer bastante el cabra, según cuenta Ramon Gener tenía un “Club de la Boheme” cuyas normas decían “No se permite la sensatez, ni en casos excepcionales” ó “No se admiten don nadies, estómagos sensibles, puritanos, ni demás chusma”, por ejemplo.
Ambos, Murger y Puccini miran con nostalgia a sus años de juventud, en los que lo importante era escribir o componer, sin preocuparse del futuro “Chi son? Sono un poeta. Che cosa faccio? Scrivo.” Primero el amor y luego la enfermedad y la muerte, van irrumpiendo en la vida de sus personajes y estas pretensiones ideales se van corrompiendo con otras menos elevadas. Si al principio de la historia a los amigos no les importa pasar frio o hambre, más adelante se verán forzados a aceptar trabajos alimenticios por la responsabilidad de proteger o no perder a quien aman. Sin embargo La Boheme se mantiene en guardia contra el paso del tiempo, contra la idea de mantenerse enfadado con quien se ama o esperar a la primavera futura que traiga tiempos mejores ya que el futuro es incierto y es posible que la primavera no llegue nunca.
De la representación en si no podemos poner ningún pero. Tanto la orquesta Oviedo Filarmonía, como el coro infantil Escuela de Música Divertimento y el Coro de la Ópera de Oviedo hicieron un papel impecable acompañando al reparto, dirigido por Marzio Conti. La escenografía es sencillamente impresionante, con grandes módulos móviles que representaban a la perfección los distintos ambientes, incluyendo un cuidado uso de las luces y de efectos muy realistas, como la nieve cayendo sobre el escenario.
En cuanto a los cantantes yo no usaría ninguna palabra por debajo de apabullante para describir su trabajo. Probablemente un experto en el género podría analizar de manera más fina, pero a partir de determinado punto de perfección yo ya me pierdo. Mis personajes favoritos son Musetta, interpretada por Carmen Romeu con una voz enérgica y pasional, llena de momentos de mucho carácter y Colline por Andrea Mastroni con un registro bajísimo, de ultratumba que conmovió nuestro espíritu de aficionados al doom.
Aunque como dije este es el primer año que nos animamos a darnos el viaje hasta Oviedo la experiencia ha sido positiva y es probable que en próximas temporadas repitamos. Este año también representaban Las Bodas de Fígaro, Nabucco o La Valkiria del famoso compositor de Proto Black Metal Sinfónico; Wagner, que se nos escapó por los pelos, Habrá que estar atentos desde más pronto, para la próxima.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Alonso.