DÉCADAS ATRÁS: Una noche de grandes conciertos, de reencuentros imprevistos, de fiesta y música. El Varuko se une a las fiestas de Vioño y ofrece una velada de las de enmarcar.
La de anoche fue una de esas de meterse en el Delorean y revivir fiestas anteriores. Lo sabíamos desde que vimos los nombres en el cartel. Uno de esos conciertos en los que acaba apareciendo gente a la que no ves el pelo desde hace muchísmos años. No era para menos, tres de las bandas que más éxito han tenido entre el público cántabro reunidas en una sola velada.
The Birras en el Varuko ya hubiese sido suficiente motivo. Con Berto de nuevo a las voces, estamos hablando casi de la formacion original, la que grabó aquella mítica maqueta que corrió como la pólvora por la zona de Renedo a mediados de los noventa. A mi cabeza volvieron efluvios vaporosos de otra noche, viéndoles allí mismo, hará unos veinte años, tronzados por la acampada de La Virgen de Valencia. Siguen manteniendo el espíritu vivo, y la gente sigue estando con ellos a fuego, así que montaron un fiestón memorable, sobre todo en los momentos en los que tiraron del repertorio más clásico.
Lo de Propaganda ya fue el kaos y la destrucción. La gente de la zona siempre ha sido especialmente cebada con “sus” bandas, y aquí se vivió ambiente de concierto grande, con todo el mundo motivadísimo, montando un pit de los que no te dejan acercarte ni a echar una foto. La verdad es que temía un poco por su estado de forma, ya que últimamente no se les ve el pelo, pero el que tuvo retuvo, sonaron como un obús. Además tiraron de colaboraciones y alguna versión por aquí y por allí y se hizo un concierto cojonudo. Sólo falta que se pongan las pilas de verdad y vuelvan a dar la caña que la gente les pide. Queremos nuevo disco.
El estado de letargo continuo de Mordor hace que cada concierto suyo sea una fiesta. Nunca se han separado, pero nunca han seguido adelante. Han quedado congelados en el tiempo y muy de vez en cuando, cada tres o cinco años se juntan y dan un bolo, ahora con Kini (Karonte) a las voces. Incluso teniendo a Victor viviendo en el exilio y por tanto estando imposibilitados para ensayar, sacaron adelante un gran concierto, recuperando material de sus dos discos, maquetas y algún tema que quedó por ahí suelto. Eso si, los fans de Mordor tienen de media diez años más que los de Propa y el ambiente abajo fue un poco más tranquilo.
Ha sido una noche memorable encima de las tablas, pero también entre el público, con reencuentros, abrazos y “te acuerdas de” constantes. La música, una vez más, sirvió de catalizador de muchas otras cosas, entre ellas, de muchas de las mejores amistades que hemos hecho durante nuestra vida.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Oskar Sánchez.