Corren tiempos duros y a cada momento hay que devolverle una respuesta cruda desde el agujero de la sima o Leize. Leize se encuentra entre el mar salitroso y el aire penetrante de la montaña. Como la misma Zestoa guipuzcoana. Un pueblo mojado por aguas termales.
Leize es un grupo que inició su andadura en el 82 y su primer concierto vino con el primer mes del 83. En todos estos años el único cambio de componentes que ha sufrido el grupo hay que delimitarlo a la batería. Felix (guitarra y voz), Toño (bajo), Pedro (batería) y Patxi (guitarra y coros) son los que han levantado polvoradas con las dos maquetas primeras y los siguientes cuatro discos (“Devorando las calles”, “Buscando, mirando…”, “Acosándome” y “Loca Pasión”). Este último trabajo data del 92 y fue un disco que tuvo buena aceptación tanto de la crítica especializada como de la peña en general, con cifras de ventas pero que muy realistas.
La franja musical de los Leize entraría dentro del denominado rock duro, pero pelemos un poco más este término. Son metaleros, heavys, baladeros y se acogen con más frescura a los sones del rock barriobajero y callejero. Y en este nuevo disco titulado “Todo por el suelo” otean todo lo anteriormente descrito y más. Canciones atrayentes tanto desde la dureza como desde la suavidad. Desde la brusquedad hasta la actitud más sosegada. Pero, desde luego, sin olvidar los antecedentes crudos, los tiempos rock-metal y el hard-rock callejero. Es un disco muy melódico con una súbita entrega. Entra en la oreja, se aposenta y se desarrolla en la cabeza y cuerpo entero. Dos temas giran alrededor del potente doble bombo. Guitarras vociferantes, bajo-batería envolvente. Voces y coros agradecidísimos. Un instrumental electroacústico desfila por el Cd cerrándolo. Una voz limpia y potente acompaña a unos estribillos acertadísimos.
Claro, no es un disco innovador, más o menos está todo dicho en el entorno hard-rock callejero, pero buscan esa “perfección” que hace fácil su penetración. Ni la más mínima duda de que quedarás atrapado. Caerás en el síndrome del mono. Te dejo delante del mono enrabietado y aguijoneado. Si después tuvieras fuerzas, sal del embrujo de la sima de Leize.