Malsonante. Guarro. Solo en el escenario atormenta los oídos de los otros últimos punkis sin más defensa que su guitarra. Ironía viva y mucha mala leche para un tío de mirada que se va y se viene entre alabanzas al kalimotxo. Algunos se atrevieron a escribir “Manolo Cabeza de Bolo” (El Tubo) o “Manolo Cabeza Bobo” (La Mañana), pero ajeno a todo lo no-punk, Manolo siguió aporreando una guitarra, sin acertar un puto acorde, y berreando historias de gallinas que abortan y de esas cosas escabrosas que hacen que sus seguidores “se partan el culo”. De Zaragoza. Vive en un psiquiátrico porque un dia le dio un yuyu y le dejan salir los fines de semana para que se desfogue en cualquier escenario o para sus cosas. Toca desde los 16 y la primera vez que se subió a un escenario fue en Vera de Moncayo. Manolo Méndez Lozano fue bautizado por su cuadrilla para hacerle rabiar y se subio al escenario solito porque nadie queria formar un grupo con él. Toca como puede porque nunca ha sido un guitarrista y toca “a veces más rápido, a veces más lento” saltándose el ritmo y todo eso, pero sin discusiones: “nunca discuto con nadie, ni en los ensayos, ni por las letras”. Claro… Porque, según él mismo, “la mayoría de las letras han salido de una borrachera descomunal”. Se las apuntaba, aunque no todas porque algunas se las aprendía de memoria. “A veces me equivoco…” (¡ejem!) “…porque no tengo ninguna canción escrita” (¡ah, bueno! No importa…). Para Manolo, el himno post-punky “Cuando los punkies nos vamos de marcha, no te enamores, tonta del haba”, de su creación, significa “que quieres follar”. Las cosas claras. No tiene un disco con Los que se van del Bolo, grupo cambiante pero se ve que prometedor, porque siempre que iban a grabar alguno tenía una lesión, “o se rompía un brazo o se tenía que ir a algún sitio”. Cuando todo parecía que era propicio para la banda, le entró el yuyu a Manolo y, hasta que no le suelten, pasa… Este calificado “peligroso social” cree que el psiquiátrico le ha ido bastante bien para centrar la cabeza (eso está bien) porque cuando le encerraron se desmadraba y se le iba mucho. Manolo dice que está enchufado, pero es que se porta bien aunque también le castigan: “a veces me fumo algún petardico y me encierran un par de dias; entonces me fumo otro petardico”. Eso está bien, una vez castigado… Claro que la vida en este sitio debe ser aburrida y lleva aquí desde diciembre del 93. ¿Qué se hace para evitar el aburrimiento? “me tomo unos cuantos cafés y unas cuantas cocacolas (…) y a esperar que el médico se crea que estoy curado de la esquizofrenia”. Pues eso… BIOGRAFÍA DE ROCKMUSIC.ORG