No se si os pasa, como a mi, que cuando escucháis la palabra “Supergrupo” os echáis a temblar. Arrastramos muchos ejemplos atrás de discos muy bien hechos por peña de muy alto nivel que sin embargo han resultado ser bastante instrascendentes. Sin embargo Tom Morello y compañía no parecen andar detrás de eso, si no de hacer bandas cojonudas. Quiero recordaros que también temblamos en su día cuando nos hablaron del “Supergrupo” formado por Rage Against the Machine y Chris Cornell, pero los temblores se nos cortaron en seco cuando escuchamos el primer single, y nos encontramos a la larga con que incluso tenían fans que no lo eran de las bandas anteriores. Pues bien, lo han vuelto a hacer.
Todo comenzó con un homenaje al It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back que dejó llorando a los que todavía defienden que no se puede hacer buen rap con instrumentos. Continuaron aplastando cabezas tirando de su antiguo arsenal y homenajeando a sus coetáneos, Cypress Hill, Public Enemy, Rage Against the Machine, Beasty Boys… con esas armas es dificil no ganar la batalla. Podrían haber sido el típico conjunto de viejas glorias abotargadas intentando imitar a su yo pasado con pésimos resultados, pero no fue así, Prophets of Rage son la puta vieja escuela enseñándole a la nueva cómo se hacen las cosas, y así lo demuestra su primer disco que finalmente se editó en 2017.
Chuck D y B Real son maquinaria pesada a los micrófonos, Tim Commerford, Tom Morello y Brad Wilk son una roca solidificada durante más de 25 años yendo a una, y DJ. Lord le da ese punto de hip hop clásico que nos hace darnos cuenta de que estamos ante titanes que son la puta historia. Con unos mimbres tan potentes como estos el disco tiene poco esfuerzo que hacer; juega con momentos agresivos y directos a la cabeza, y también otros temas más funk, todo funciona a la prefección, va perfectamente engrasado, sin ningún momento bajo. Tres décadas y pico después de las primeras mezclas entre el rap y el metal muchos han tomado este camino, pero no tantos han conseguido un sonido tan acojonante como para poner de rodillas sin reservas a tanta gente en ambas audiencias.