ALL IN GOOD TIME: Ver a Dead Can Dance ha sido un sueño hecho realidad. En 2005 les dejamos escapar y pensábamos que jamás iba a haber otra oportunidad, por suerte no ha sido así, están de vuelta y son más grandes que nunca.
¿Sabes esas veces que compras la entrada de un concierto con seis meses de antelación, sin tener ni idea de cómo te lo vas a montar para ir? Pues esta fue una de esas. Concierto en Madrid, un domingo… imposible. Pero para imposible / imposible ya teníamos la reunión y nuevo disco de Dead Can Dance, que no trabajaban juntos desde 1998. Para imposible esta nueva gira, después de los contadísimos conciertos de 2005. Así que si ellos habían hecho lo imposible, ¿Cómo no íbamos a hacerlo nosotros? Yo había perdido la esperanza, y me prometí a mi mismo “Dónde sea y cómo sea” el día que Brendan Perry anunció que habría nuevos conciertos. Así que aunque el palizón ha sido enorme, hemos vuelto a casa con la satisfacción moral de haber cumplido nuestra palabra, y de haber tachado de la lista de pendientes a quienes nunca pensé que podría tachar.
Llegamos al Circo Price a las ocho menos cuarto y comprobamos con alegría que pese a tener entradas de tribuna alta estamos a una distancia muy razonable del escenario y tenemos una buena visión de conjunto. No todo el mundo puede decir lo mismo, ya que algunas de las entradas de “escasa visibilidad” casi podrían haberse vendido como “visibilidad nula”. No en vano es un circo y algunas localidades quedan casi de espaldas al escenario. Sin embargo el lugar tiene una historia alucinante y hay que remontarse a mediados del siglo XIX, para descubrirla. Momento en el qué un domador de caballos irlandes, perteneciente a una antigua estirpe de acróbatas, se instala en Madrid para fundar su propio circo. Un lugar lleno de encanto e historia, digno de acoger un evento tan especial cómo este. Personalmente creo que fue una pena que DCD no actuasen en la pista central y se hubiesen vendido todas las localidades circundantes, pero supongo que el Teatro o la banda habrán tenido sus motivos para ello.
Nos acompaña hasta la entrada mi amigo Kike en cuya casa tuvimos la suerte de poder dormir (unas cuatro horas antes de emprender el regreso). Kike viene de viaje desde el Primavera Sound de Barcelona. Cómentamos a la entrada los conciertos de Jesus & Mary Chain, Nick Cave & the Bad Seeds y por su puesto el que nos ocupa. Dice Kike que después de ver a Dead Can Dance nada me volverá a parecer suficientemente bueno. Temo que sus comentarios alcen aun más mis expectativas y al final acabe decepcionado.
La gente continúa entrando a las ocho en punto, con un continuo (y molesto) “Fila X arriba a la derecha” de fondo, mientras comienza el concierto de David Kuckhermann, el telonero. Nadie sabía que había un telonero, así que durante mucho rato pensamos que se trataba de una intro excepcionalmente larga al inico del show, y es que, de hecho, Kuchermann es uno de los músicos que acompañan a la pareja en esta gira. Durante una media hora nos presentó la música de su disco “The Path of the Metal Turtle” editado en 2012 por su propio sello 1000 Sounds. Tanto en el disco cómo en el escenario nos muestra el sonido del hang, un joven instrumento creado a principios de siglo, que sin embargo tiene sonoridades que nos hacen viajar a tiempos remotos, (si te causa curiosidad pon “hang” en youtube, hay cientos de videos más descriptivos de lo que yo pueda escribir aquí). Kuchermann es un percusionista alucinante y verle tocar este instrumento y el riq (percusión árabe) nos dejó a todos con la quijada en el suelo.
Tras una pequeña pausa por fin aparecen DCD al completo. Veo salir a Lisa y a Brendan y me tiemblan las piernas, es maravilloso seguir emocionándose así después de tanto tiempo. El repertorio comienza ceñido al tracklist de su último directo, aunque a lo largo del concierto hubo los suficientes cambios cómo para no resultar predecible. El sonido es sencillamente impresionante. Cuando escuchas su último directo acabas por pensar que tiene que estar retocado hasta la muerte, porque es imposible que suenen así… Pues lo hacen. Brendan con su poderosisima voz y Lisa con esa forma de cantar casi inhumana, alcanzando tonos dolorosamente graves, causando casi vértigo con las modulaciones. La música suena sencillamente IGUAL que en los discos, se podría poner el “pero” de que se ven pocos instrumentos clásicos sobre el escenario; (pese al laud de Brendan, el Yangqin de Lisa, y varios elementos de percusión, la mayor parte del peso lo llevan los teclados) pero el resultado de la combinación es excepcional, si cierras los ojos puedes imaginarte a toda una sección de vientos y cuerdas con matices clásicos y étnicos.
Estéticamente el concierto llena de significado la portada de In Concert. Casi todo son contraluces, incluso Brendan y Lisa están a oscuras cuando no tienen un papel claramente protagonista. Dejando que sea la música la que nos translade de un estado a otro de conciencia.
El público responde con interminables aplausos tras cada canción, no es para menos, de hecho podria seguir hablando del concierto hasta mucho más allá de donde estáis dispuestos a leer (temo haberlo hecho ya), pero prefiero dejaros sólo una imagen mental más. El absoluto silencio, ni el crujir de una silla, ni una respiración durante The Host of Seraphim, en una comunión total y absoluta entre banda y público que nunca antes había experimentado a ese nivel. Impresionante.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Oskar Sánchez.