EVIII: El Festival de Invierno de Torrelavega siempre nos propone veladas interesantes, anoche pudimos volver a disfrutar de Shakespeare gracias a esta adaptación de Enrique VIII
Ayer tuvimos la oportunidad de viajar en el tiempo hacia una época en que las decisiones políticas se tomaban con respecto a las apetencias de unos pocos poderosos, una época en la que la iglesia ceñía sus garras para condicionar las decisiones de todo un país, una época en la que… Espera un momento…
Bueno, lo cierto es que algunos años después y algunas cabezas menos los europeos fuimos pasando de ser súdbitos a ser ciudadanos con poder de decisión, al menos sobre el papel. Tal vez va llegando el momento…
En fin, a lo que vamos. En el año 1603 Isabel I muere y con ella terminaba no sólo la dinastía Tudor, si no la época de máximo explendor de Inglaterra. Pocos años después Shakespeare publica su obra Enrique VIII, como forma de dar a conocer la historia reciente a los asistentes al teatro, hay diferentes interpretaciones sobre la visión de William sobre la corona, pero lo cierto es que en esta ocasión centró la historia en la caida en desgracia de Catalina de Aragón y en el nacimiento de Isabel, pasando por alto las posteriores esposas de Enrique y sobre todo el trágico final de Ana Bolena.
A dia de hoy la representación puede ser un poco liosa para quienes no conozcan la historia (o al menos hayan visto la serie de Michael Hirst), pero hay que tener en cuenta que cuando se escribió los sucesos narrados eran bastante recientes, y por tanto probablemente pese al bajo nivel cultural de la época los personajes centrales fuesen conocidos entre los asistentes al teatro.
La versión de Ernesto Arias que vimos en el Concha Espina, se ha creado con motivo de las olimpiadas culturales de 2012 en la que el Shakespeare’s Globe Theatre de Londres organizó un Festival en el que 37 compañías de las más reconocidas del mundo representaban en sus respectivos 37 idiomas obras del dramaturgo inglés.
Curiosamente y pese al papel central de Catalina de Aragón, esta obra aun no se había puesto en escena en nuestro país, así que la compañía Rakatá va a estar girando con ella durante los próximos meses por diversos teatros españoles.
En cuanto a la representación hay que decir que fue un placer poder ver por una vez a Shakespeare representado de manera un tanto clásica, ya que últimamente sólo hemos conseguido ver adaptaciones modernas de sus obras. Lo que vimos anoche no fue una recreación de época, ya que había mujeres en escena y algunos recursos modernos como la suplantación de distintas escenas en el mismo espacio, la invasión del espacio de butacas o la salida y entrada de atrezo durante la representación por los propios personajes, pero en esencia se trataba de teatro bastante convencional, como digo últimamente bastante dificil de encontrar. (y no quiero con ello menospreciar las adaptaciones modernas, pero si reivindicar que de vez en cuando nos dejen ver las cosas como eran en su dia).
El equipo de actores estuvo en general a un nivel bastante alto, teniendo que mencionar obligatoriamente a Marcos Marín en el papel principal, que sustituía en esta representación a Fernando Gil y que no nos permitió mucho pesar por no haber visto la obra con el elenco principal.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Cellie Kurttz.