Edad de Oro del Espíritu: Con los tiempos de castidad sexual, peineta, mantilla y jesucristo que se nos vienen encima parece casi una provocación estrenar una obra sobre la libertad sexual. El teatro estaba casi lleno, a lo mejor queda esperanza.
Hace un par de días nos enteramos de rebote de que Malkovich iba a visitar España y que la única fecha de The Giacomo Variations era en Santander. En principio ni me molesté en mirar si había entradas, al fin y al cabo hace ahora algo más de dos años, conseguimos un par de ellas para verle en el Arriaga, desde detrás de una columna, con algo más de cinco meses de antelación. No se muy bien que ha pasado, porque lo cierto es que no sólo pillamos buenos asientos, si no que dos días antes aun quedaban muchos libres y aunque al final el teatro presentaba una buena entrada, parece que la promoción previa ha estado un poco floja, o al menos ha sido bastante apresurada.
Bueno, la cosa es que conseguimos sitios. The Giacomo Variations es una nueva colaboración entre Malkovich y Michael Sturminger. En esta ocasión Michael se aleja en temática de su Austria natal para centrarse en otro presonaje de dudosa moral: Giacomo Cassanova, escritor, diplomático, agente secreto y también célebre por trajinarse a todo lo que se movía cerca de él en el siglo XVIII.
Para narrar su historia Struminger usa recursos bastante similares a los que descubrimos en The Infernal Comedy: La narración en primera persona por parte de Malkovich, la escenografía parca que cumple varias funciones transformándose con sencillos juegos de cortinas, los actores/cantantes que interpretan varios papeles simultáneamente y las arias de distintas óperas intercaladas en la narración, reciclando el sentido de su texto al insertarlo en una historia distinta. En esta ocasión se sirve de las colaboraciones entre Lorenzo da Ponte y Mozart, “Las Bodas de Fígaro”, “Don Giovani” y “Cosi fan Tutte”. Así, las conquistas de Don Juan, los intentos de Figaro por seducir a Susana antes de la boda y las de Casanova aparecen solapadas, así como el carácter libertino de Cosi fan Tutte, que le viene al pelo a los amoríos de Casanova. Los personajes se confunden y pierden su protagonismo y destapan su esencia. Todas las historias son la misma historia y al final lo que se nos muestra es un arquetipo que camina por los límites de la moral y cuestiona los tabues de nuestra sociedad, desde la homosexualidad al travestismo pasando por el estupro o el incesto.
En cuanto a las interpretaciones de Florian Boesc, Ingeborga Dapkunaite y Sophie Klussmann o la orquestación de la Wiener Akademie Orchester, dirigida por Martin Haselböck, no me veo muy capacitado para opinar. A veces veo a los fans de la clásica encontrar asperezas donde yo sólo veo perfección, yo diría que todos estuvieron a gran altura y la gente alrededor mio también aplaudía mucho, pero francamente, a partir de determinados niveles yo me pierdo en las comparaciones.
Aunque la sensación general fue muy buena si que pondría algunos peros. El continuo baile de personajes interpretados por sólo cuatro personas hace que en algunas ocasiones todo sea un poco confuso, la obra avanza en continuos flashbacks que repasan las memorias de Casanova y en algunas ocasiones estuvimos un poco perdidos, tal vez también porque la chica de los sobretítulos no estuvo nada fina y al final en lugar de ayudar entorpecía leer frases distintas de las que los personajes estaban diciendo. Además la intertextualización de las arias resulta un poco compleja si no tienes muy trabajado el texto original, ya que Struminger utiliza estas como metáforas para contar la historia principal.
De cualquier manera y pese a todo tres horas de mucho disfrute y muchas ganas de que montajes de este tipo sigan visitándonos, eso si, a ver si la próxima nos enteramos con un poco más de antelación.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Ecodiario.