FEED MY FRANKENSTEIN: La adaptación de Gustavo Tambascio sobre la obra de Mary Shelley cierra su gira en el teatro Arriaga de Bilbao. Nos desplazamos hasta allí para pasar tres horas pegados al sillón disfrutando de un gran montaje y muy buenas interpretaciones.
Chiquiteo y Pintxos por Bilbao, Fnac, Arise, Gothic Zone… siempre son un buen plan, así que cuando la excusa es tan buena, como ver una adaptación teatral del clásico Frankenstein ya estabamos allí casi antes de haber pensado en ello. La idea de ver el resultado de la adaptación teatral de un libro tan rico como Frankenstein nos resultaba muy atractiva y tras las tres horas que duró la representación no nos sentimos en absoluto decepcionados.
Ser fan de Whale, Pierce y Karloff no nos impide ver más allá y saber, que una vez más, Hollywood hizo su trabajo, y aunque por un lado acercó la figura de Frankenstein a millones de personas, por otro, alejó para siempre gran parte de su sentido original, entre aquellos que decidieron no acercarse a la novela por creer que ya conocían la historia. Al fin y al cabo, como escuchamos decir a uno de los actores sobre el escenario, “El público quiere un monstruo que de miedo, no un intelectual”
Frankenstein, o El Moderno Prometeo es una obra llena de dilemas morales, que aun hoy en día están de plena actualidad. Victor se debate entre la ética y el éxito de su investigación, se pregunta si el científico ha de ir hasta el final, o si el hecho de crear vida no le corresponde al ser humano. Le pesa la religión y la sociedad. Rechaza al monstruo por su aspecto, y al final resulta que el monstruoso entorno, corrompe lo que era puro, pero feo y lo transforma en malvado.
Gustavo Tambascio apuesta por una versión de Frankenstein en la que se respeta casi al milímetro el texto original, pero además añade varias miradas sobre la obra, en forma de personajes que comentan, interrumpen o introducen la trama desde su punto de vista; la lucha de clases, el conservadurismo o el feminismo. También nos acerca a ese verano mágico de 1816 en el que Byron propuso a Shelley, Percy y Pollidori el juego de construir una historia de miedo para pasar el tiempo en las lluviosas veladas que les acompañaban. De aquel juego inocente, e inspirada por los últimos textos publicados por Erasmus Darwin (de quien se decía que había conseguido animar la materia muerta en su laboratorio), nació uno de los relatos y uno de los personajes más terroríficos de la historia de la literatura.
El experimento funciona, y aunque en un principio las interrupciones parecen interrumpir la narración, aportan nuevos puntos de vista y resumen algunas de las visiones más interesantes que durante estos siglos se han tenido de esta obra.
En el plano de las interpretaciones sin duda hay que destacar la monstruosa presencia de Javier Botet, que junto a Jose Luis Alcedo interpreta a la criatura y a quien seguramente recordareis por su participación en la peli REC. Mientras Jose Luis Alcedo interpreta a la criatura en su momento de madurez, Botet resulta perfecto para el momento del nacimiento y los primeros años de la criatura. Javier Botet está espeluznante en su papel, no sólo por su gran interpretación si no por su impresionante presencia física, que nos hace cuestionarnos una vez más, los límites de la belleza. Personalmente tengo gran admiración por la gente que como él, sabe sacar partido y ventaja de lo que alguien más débil consideraría un problema, y creo que su ejemplo y su lucha y utilización en positivo del síndrome de Marfan que sufre, amplia aun más el sentido de la obra de Shelley.
Se que es tarde para recomendaros verla, porque tras recorrer infinidad de teatros y llevarse otros tantos premios presenciamos en el Arriaga el fin de Gira del montaje, pero quien sabe, estas cosas vuelven con una segunda vuelta cuando uno menos se lo espera, así que si alguna vez tenéis oportunidad, no dejéis de aprovecharla, porque merece la pena.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por S.E. – Diario de Aragon.