360º Uno de los escenarios más espectaculares que jamás se han montado para albergar a los que algunos ya auguran como el último grupo de grandes estadios.
El concierto del año en territorio nacional y puede que también la gira del año a nivel internacional. Estamos haciendo referencia a la repercusión del acontecimiento, pero no por ello obviamos su calidad.
Para bastantes, su indiscutible banda nº1, para muchos una de sus favoritas, y para la mayoría -al menos de mi generación- una banda imprescindible, con grandes clásicos que perdurarán a lo largo del tiempo. Se me viene inevitablemente a la memoria la imagen de mis primeros “cassettes”, entre los que no faltaban sus archiconocidos “Joshua Tree” y “Rattle and Hum”. Después, los gustos musicales de cada uno, a medida que íbamos matizándolos, pueden haber ido derivando a diversos estilos, en los que no entraba la banda irlandesa. Pero entretanto, sus logrados trabajos y el éxito comercial de los mismos se han encargado sobradamente de que no perdiésemos del todo la pista de esta incombustible banda.
Yo, particularmente, estoy más hecho a conciertos en salas de no excesivas dimensiones. Con los músicos a un palmo de mis ojos y el sonido claramente identificable con lo que estoy presenciando. Pero alguna vez hay que apuntarse a un “circo” de éstos. Un espectáculo que solo puede ofrecerte un reducido puñado de artistas (Jean Michel Jarre, Pink Floyd, Madonna, Rolling Stones…).
Para ir animando el asunto, se contó con nada menos que Interpol, la banda neoyorkina con sonidos más propios de las Islas Británicas y reminiscencias a Joy Division, con un sonido algo más duro.
En cuanto a U2:
Repertorio, el esperado: Where the Streets have no Name, Sunday Bloody Sunday, With or Without You, Miss Sarajevo, Still haven’t found where i looking for, Elevation junto a algunos de los temas más actuales.
Sonido: impecable, por supuesto. Con gran nitidez en las voces y en todos los instrumentos, incluyendo el ya clásico efecto claramente identificable en las guitarras de The Edge.
Todo ello con una parafernalia escénica que ha ido evolucionando en cada gira a una estética cada vez más futurista, haciendo que uno ya se sienta como en el final de Encuentros en la Tercera Fase.
A la conclusión de este grandioso espectáculo, la euforia provocada en el público asistente consiguió hacer olvidar por completo o dar por bien empleado el alto precio de las entradas, el cambio de fecha del evento y la enorme caminata para llegar al recinto.
Aparte de haber gozado de la oportunidad, quien más quien menos, de disfrutar de esta maravillosa ciudad.
Crónica por Enrique Sales, fotos por Enrique Salesa.