ENFERMO EN LA SEGURIDAD SOCIAL: Ana Graciani y Gabriel Olivares adaptan libremente el clásico de Moliere que llega en una única fecha al Teatro Municipal de Torrelavega obteniendo un lleno absoluto.
Como ya he dado mi opinión sobre las adaptaciones de clásicos en demasiadas ocasiones (la más reciente de ellas en la reseña anterior, sobre la versión de Tamzin Townsend y Miguel Murillo de Los Gemelos de Plauto) en esta ocasión me la ahorraré, o la resumiré a la mínima expresión. Está claro que ir al teatro con el afan de conocer los textos clásicos no es buena idea. Vale, si, en teoría todos deberíamos haber leído las obras clásicas, que para eso lo son, e incluso haber visto varias representaciones sin adaptar llegados a estos años, pero la putada es que toda esta peña nos saca unos pocos siglos de ventaja, y simplemente no da tiempo a conocerlo todo en su debido momento. Pero bueno, resignación, siempre nos quedarán las bibliotecas para saber como eran las cosas antes de que nadie las adaptase. Con esto no quiero decir, una vez más, que la obra estuviese mal. Ni mucho menos, simplemente, me lamento de las pocas posibilidades que tenemos, al menos aquí, de ver a los clásicos “tal cual”. En fin, a la harina.
Pillamos entradas de últimisima fila y esquinadas, lo que hizo que me anotase mentalmente una vez más espabilar un poco a la hora de reservarlas cuando hay gente que sale por la tele en el elenco de actores, no falla. A parte de Enrique San Francisco en el papel de Argán, nos encontrabamos con Julia Trujillo, Beatriz Santana, Guillermo Romero, Mar del Hoyo y Joaquín Abad. Todos estuvieron muy correctos en sus papeles, destancando Quique San Francisco, principalmente porque el papel de hipocondriaco le viene como anillo al dedo, (por cierto, no se como a Woody Allen no le ha dado nunca por protagonizarla, porque también encajaría muy bien en el papel). También muy destacable fue Guillermo Romero describiendo un Purgón que podría llegar a alcalde de Santander si se lo propusiese. En cuanto a Joaquín Abad decir que según explicó Enrique San Francisco al final, se estrenaba en la obra ese mismo dia, y no bajó en absoluto el nivel de la representación, que fue muy fluida y nada forzada.
En cuanto al texto. Una vez más me remito a lo dicho en Los Gemelos, espectativas y fobias personales aparte, lo cierto es que si simplemente te relajas y disfrutas lo único que puedes obtener es la sorpresa de ver como una obra con más de 300 años sigue tan de actualidad, sobre todo si las pinceladas sobre la privatización hacen que el tema central sea aun más candente. La escenografía minimalista y las canciones de Ska-p (entre otros) ayudan a que todo tenga un aire mucho más moderno y que incluso no siendo los cambios tan drásticos, (a pesar de la supresión de personajes), el texto pudiese pasar por una nueva obra escrita en este mismo siglo.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Victoria Eugenia.