El corazon ha de unir la mente con las manos: Una oportunidad excepcional de revisitar este clásico de Fritz Lang acompañado de la música en directo que ha compuesto para la película Arsénio Martins
La UIMP nos ofreció ayer la oportunidad de revisitar Metrópolis, una película básica para cualquier aficionado al cine y un gran ejemplo de expresionismo en su más pura esencia. Para dar una idea de su importancia podemos decir que es el único largometraje considerado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. La copia que se exhibe está incompleta porque las cintas originales se deterioraron con el paso del tiempo sin que nadie reparara en ello. No es el único caso, otro de los más evidentes es el Fausto de Murnau que hubo que reconstruir a partir de tres versiones diferentes. Dicen que estuvimos a punto de perderlo todo cuando alguien descubrió por casualidad que las copias conservadas de las primeras películas se estaban deteriorando y así comenzaron los procesos de restauración, en este caso, evidentemente demasiado tarde, ya que de los 210 minutos de la cinta original sólo se conservan 123, aunque recientemente han aparecido algunos fragmentos más en el museo del cine de Buenos Aires, que se daban por perdidos para siempre.
De la película poco se puede contar a estas alturas. Un reflejo escalofriante de la situación obrera y las diferencias de clase, tamizado con elementos de ciencia ficción futurista y referencias bíblicas. Fritz Lang opta por la calma y el entendimiento ante las luchas de clases, “El corazón ha de unir la mente con las manos”, pero advierte… “¿Que pasaría se los que viven en el mundo subterraneo se revelaran contra ti?”. Además la fuerza visual, las innovaciones en cuanto a efectos especiales, y el poso de metrópolis en todo el cine posterior es simplemente indiscutible. Mucho se habla de la influencia 1984 y Un Mundo Feliz sobre el cine futurista de caracter social, pero habría que pararse a pensar en cuantas cosas estaban ya en Metrópolis en 1927.
La partitura de Arsénio Martins estaba bien encajada en la película. Fue interpretada por Diego Fernandez al clarinete, Gema López Castañeda al violonchelo y el propio Arsénio al piano. Mezclaba melodías clásicos con partes más cercanas a la música dodecafónica, el contraste estaba muy bien logrado sobre todo al principio de la película donde el mundo de la superficie y el subterraneo se contraponen. Más adelante en la partitura también se podían reconocer algunas de las frases del principio sobre bases de piano muy agitadas, como si quisiese mezclar lo que antes había estado enfrentado. Me resulto curioso ver como un tipo de música que se estaba desarrollando a principio de siglo, pero que no entraría a formar parte de las bandas sonoras hasta décadas despues (Las primeras incursiones de la música dodecafónica fueron ya en los 50 en películas como Al Este del Eden o The Cobweb y aun así se suele decir que el primer gran momento de la música dodecafónica en la gran pantalla fue la inclusión del Atmospheres de Ligeti en 2001 Odisea en el Espacio de Kubrick) sin embargo encajaba a la perfección, como si el cine mudo y la música más vanguardista de principios de siglo hubiesen estado hechos el uno para el otro aunque aun ninguno de los dos lo supiesen.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Firz Lang.