Biela hc en Torrelavega: Dos dias de Hardcore Old School en el centro de Torrelavega, un festival que tiene lugar por primera vez este año y que ha resultado un gran éxito de organización y de público.
Los organizadores del Torrelabiela nos habían puesto sobre aviso de dos premisas que iban a condicionar el festival: lo que iba a sonar tendría que ser hardcore de toda la vida (o al menos, cosas que tuvieran su origen en el punk, nada de metal ni moderneces), y el aforo de cada día no iba a exceder las 100 personas. Así quedaba la apuesta: preferían quedarse con menos público pero poder permitirse el capricho de un festival como los que nos ilusionaban cuando éramos chavales. Menos contar batallitas del abuelo cebolleta, y más volver a hacer realidad aquellos días de entradas asequibles para pasar a pequeños locales llenos de jóvenes que se movían violentamente al ritmo del ruido de las bandas. Y la cosa no salió mal: los dos días estuvieron bien de asistencia, tanto por el cantidad como por la variedad de personajes, ya que pudieron verse jóvenes y no tan jóvenes, mozos y mozas, punks y jarcoretas, jebis, antiguos y modernos, curiosos y despistados…
Para muchos el viernes iba a ser “el patito feo”, la jornada de calentamiento previa a la tralla del sábado. Pero la verdad es que el nivel de los grupos estuvo bastante equilibrado entre los dos días. El único borrón de la primera noche vino por el sonido: debido a problemas técnicos, las voces quedaran enterradas entre las montañas de distorsión. Fue una pena ver desgañitarse a algunos de los vocalistas, para que ni llegáramos a intuir lo que salía de sus gargantas.
Abrieron Fallen. Se han reunido tras llevar parados un par de años, prácticamente desde que sacaron “Esposado a la humanidad”, así que lo de ahora casi es una gira de presentación de aquel disco. Y francamente no han perdido facultades desde la última vez que les vi. Resulta impresionante la imagen del cantante al límite físico, cantando totalmente enajenado mientras se retuerce, gesticula y se deja atrapar por el amasijo de carne humana en que se habían convertido las primeras filas del público. Por su parte, la banda increíble, ejecutando un crust doloroso, pesado y denso. Y tocaron ese himno que es “En memoria”, posiblemente el estribillo más coreado de todo el festival. Vamos, que el de los Fallen es un retorno de los que molan.
Ídolos del Extrarradio se habían incorporado al cartel a última hora. A primera vista podría parecer que su post punk iba a sonar pequeño entre tanta tiza. Pero salieron con la cabeza bien alta (dudo que se sintieran acomplejados, que para algo la mayoría de los componentes del grupo han militado en bandas de HC-punk) y pusieron a buena parte de los asistentes a bailar. Vamos, al menos algo parecido a lo que una madre entiende por bailar, sin pateadas por el techo ni molinillos ni cosas de esas. He perdido la cuenta de cuántos conciertos suyos he visto, pero lo que es seguro es que cada vez están mejor que la anterior. Las canciones nuevas tienen ya mucho peso en su repertorio; a ver si el nuevo disco sale a la luz de una maldita vez, porque suena verdaderamente prometedor.
Los barceloneses Hzero eran la gran incógnita de la noche. Para la mayoría, las únicas pistas sobre lo que íbamos a ver eran que el grupo tiene un LP titulado “Canya antigua”, y a Chevas diciendo a todo el mundo “os vais a cagar con estos”. Bueno, pues ambas cosas resultaron ser ciertas: el grupo repartió caña (mucha) de la de toda la vida (punk a todo volumen, sucio e hiperacelerado, lo que era el hardcore en los 80), y creo que todos los que estábamos allí flipamos con ellos. Para terminar se tocaron alguna que otra versión; reconocí una de los primeros Turbonegro (los que todavía molaban), pero entre los problemas de sonido y mi sempiterna empanada no estoy seguro de si identifiqué bien las otras, así que mejor me callo. Una anécdota que a lo mejor es del agrado de los extremos que leen NdR es que el vocalista llevaba puesto un chaleco con parches de Mayhem y Suffocation. Y mención aparte se merece el pit que se montó con estos; si tomamos el movimiento entre el público como termómetro de la temperatura del concierto, los Hzero pusieron el Arena en llamas. ¿Que si fueron los campeones del festival? Venga, ¿y por qué no?
Visto lo del viernes, y contando con que el cartel del segundo día a priori parecía ligeramente más atractivo, algunos temíamos que el sábado el Arena se convirtiera en un infierno, una montaña de personas hacinadas en un horno donde apenas se entreviera lo que pasaba en el escenario. Al final la cosa no fue para tanto, la sala se llenó pero todavía se podía respirar, y la gente estuvo más modosa que el día anterior. Por otra parte, se arreglaron algunos de los problemas de sonido que enturbiaron la jornada anterior, así que todo quedó fenomenal, otra noche dichosa para aquellos que se sienten con espíritu joven e inadaptado.
Empezaron los Zientotreintayuno (o como se escriba), pero yo llegué un poco tarde, así que sólo pude ver sus últimas canciones. Son de Torrelavega, hacen hc-punk cabezón onda Zeke, y me gustó el detalle de la cantante con voz de bulldog. A ver cuándo se da la ocasión de volver a verles.
Después, Roman Castevet, que en cierto modo oficiaban de anfitriones de la gala, ya que en sus filas encontramos a alguno de los organizadores y gente que hizo posible que el festival funcionara. Crust cafre gritado a dos voces. Tras ellos, desde Barcelona los Cinder, prácticamente unos clásicos del hardcore de la vieja escuela. La verdad es que a estas alturas del festival me estaba tomando un pequeño descanso; el viernes estuve bastante pendiente de los grupos, y casi un poco autista, así que entre que me apetecía socializar un poco y la alegría que me estaba entrando por el bebercio no presté la atención que se merecían los que andaban encima del escenario. Espero que me disculpen cuando lean esto…
Y para terminar, los madrileños Muletrain, quizás lo más esperados del Torrelabiela. Cumplieron con creces con lo que les habíamos exigido: punk rock supervitaminado e hiperacelerado, canciones cortas (la media de duración por tema ni se acerca a los dos minutos), disparadas sin pausa, hasta la extenuación. Como si Lemmy de Motörhead no hubiera creado tolerancia al speed y ahora anduviera enchufado al triple de revoluciones. El repertorio, ya lo sabíamos, infalible: su “The Worst is yet to Come” merece un lugar de privilegio en el olimpo de los grandes discos de hardcore ibérico, y a ello tenemos que sumar un par de Eps que tampoco le van a la zaga. Lo dicho, un señor concierto. Fue una lástima que no pudieran traer copias de su nuevo disco, ya que todavía no ha dado tiempo a que salgan de fábrica.
Aparte, lo que comentaba antes de que el sábado el público se había mostrado más comedido me quedó claro durante al actuación de los Muletrain, ya que me tiré todo el rato en la primera fila y mis gafas sobrevivieron (de hecho ahora mismo siguen vivas y las llevo puestas, que sin ellas no vería el monitor). Pero bueno, que tampoco fue como estar en una zarzuela, que también vi volar algún que otro cuerpo humano por encima de mi cabeza.
Haciendo balance, pues creo que ha quedado un festival bastante completo, bien montado y con un cartel equilibrado, sin grupos de relleno y con un nivel medio cojonudo. El público no falló, y en general el ambiente fue agradable y familiar. Veredicto final: me lo pasé de lujo, a ver si dentro de un tiempo podemos asistir a otro Torrelabiela.
Crónica por Carlos Caneda, fotos por Bill.
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[…] en el Torrelabiela Fest que se hizo en 2009 en la Sala Arena de Torrelavega (aquí podéis leer la crónica que escribí entonces de aquello), que en mi memoria ha quedado como uno de los conciertos de punk en los que mejor me lo he pasado […]