Jueves de Resurrección: No podíamos pasar por alto la visita de Nick Cave, máxime teniendo aun reciente el Lazarus como disco de la semana. Nuestra colaboradora Arantxa viajó hasta Anoeta para contaroslo.
24 de abil de 2008, expedición a Donosti para ver al predicador y las malas semillas. No era ni el día adecuado, ni el lugar adecuando. Este concierto en principio iba a haber sido en un auditorio, pero al superarse las expectativas de público fue trasladado al pabellón Jose Antonio Gasca, en la zona de Anoeta.
Entramos ya tarde a ver a los teloneros, con medio aforo, The Lurid Yellow Mist, un grupo para mi completamente desconocido y parecía que aterrizados y anclados en 1965, por la imagen. La música no era precisamente para animar; un trío de xilófono, guitarra y guitarra-bajo haciendo una especie de pop tradicional (suponiendo que las tradiciones australianas sean así). Música demasiado rara y pausada para mi, que además sonaba muy bajito, y ya nos preparaba para lo que iba a ser el sonido el resto de la noche, mediocre. No me cansaré de decir que podrían pensar en que si este tipo de sitios se proyectan como espacios deportivos, y al final se acaban usando en multitud de ocasiones para actos musicales, deberían de pensar un poquito más en la acústica.
Con una puntualidad desacostumbrada en estos eventos, salían al escenario el señor Nick Cave y las malas semillas, ésta vez sin Blixa, que parece que anda más concentrado ahora en sus Einsturzende Neubauten. La propuesta era sencilla; presentación del nuevo disco, huyendo de las canciones más líricas a piano, e intensidad sonora. El sonido, como ya dijimos, no era el adecuado, las partes intensas se quedaron algo secas, y se notaba que la gira acababa de arrancar. Pero aún así, y sin el mejor setlist para un fan de los viejos tiempos, lograron encandilarnos. Lo bueno que tuvo este concierto, aparte de lo desacostumbrado de ver a una auténtica big band encima del escenario, para mi, fue ver en directo la furia sonora, la intensidad, ver cómo palabra apalabra un grupo entero se desagañita por el bien común hasta llegara una especie de éxtasis sonoro, que tuvo los momentos más álgidos en “Stagger Lee ”, “Red Right Hand”, “Hold on to yourself”. El rock por el rock tuvo su lugar en temas como “Tupelo”, “Today’s lesson” o “Deanna”, tema que el cuanto a lo animado, marcó el punto más caliente del concierto. Poco espacio hubo para baladas, aunque hizo su aparición “The Ship song”, tornando en homenaje al gran Waits en “The lyre of Orpheus”, en la cual cantó ayudado por el público, y otro de los momentos especiales, “Your Funeral, My trial”, que logró poner el vello erizado a gran parte de la audiencia. El gran protagonista del escenario, esta noche fue, evidentemente el multiinstrumentista Warren Ellis ( para los profanos, el homeless de encima del escenario), cambiando de instrumento cada canción tocando con unas miniguitarras encordadas como violines, violines en si, tirando de samplers…. un auténtico monstruo de escenario.
El concierto tuvo sus puntos bajos, claro, como en “Straight to you”, en la que hizo parar a la banda porque estaba fuera de tono hasta 3 veces, o con los problemas del bajo en otro tema que no recuerdo ahora. Pero un concierto sin fallos es matemáticas, y la música no sólo son matemáticas. A mi personalmente, ver que los monstruos de ahí arriba son humanos, y bromean, se tiran puyitas, y se equivocan, me alivia. El cocnierto tuvo su broche final con la mística “We Call Upon the author” (estoy verdaderamente intrigada por conocer el método que usa Cave para recordar las letras de las canciones) y el particular homenaje a Cash con “Wanted Man”. Eran los 3ºs bises de la noche, llevávamos más de 2 horas de concierto, el Polideportivo a rebosar, y buen sabor de boca, aunque me gustaría verlos en otro escenario, en otra ocasión y comprobar realmente su potencial. Hora de volver a Santander.
Crónica por Arantxa Cobo, fotos por Arantxa Cobo.