Que no se muere el Rock and Roll: A sus sesenta años Ian Anderson sigue en pie encima del escenario. Una oportunidad histórica de ver en carne y hueso a toda una leyenda del género, encima en nuestra ciudad, no podíamos dejarlo pasar.
Supongo que a la gente de Cuatro de Copas les temblarían las canillas cuando se enteraron de que iban a ser teloneros de Jethro Tull, digo yo, porque uno no se entera todos los dias de que va a tocar en el mismo escenario y unos pocos minutos antes que una de las figuras más importantes de la historia del Rock a nivel mundial. Jethro Tull en Torrelavega, ahí es nada…
Cuatro de Copas acaban de tener grandes cambios en su formación, porque, como puede que muchos sepáis, su batería y su cantante han sido sustituidos recientemente. Evidentemente el cambio más significativo es el del vocalista, ya que da un carácter muy distinto al grupo, con una voz más melódica y aguda, que aunque en ocasiones le falta algo de garra rockera es muy correcta en cuanto a entonaciones. Creo que cuando este chico se curta como cantante de rock (Viene del mundo de las orquestas, si no me equivoco) va a dar que hablar, porque posibilidades tiene.
Presentaron los temas de su nuevo disco ante la audiencia que primero fue respondiendo de manera un poco fria, pero se animó con las más movidas, como Perdido y especialmente cuando atacaron las últimas versiones enlazadas de temas de Deep Purple, AC/DC o Queen entre otros.
A las diez menos cinco una voz en off nos pedía que apagásemos nuestros cigarrillos por petición expresa de Ian Anderson, a lo que el público contestó con un murmullo, que en general venía a decir que Ian siempre fue un poco rarito y que parecía que los años no habían acabado con sus manías. Con puntualidad inglesa a las diez en punto salieron a las tablas Jethro Tull, y que queréis que os diga, igual es que soy un poco sensiblero, pero miré directamente a los ojos de Ian Anderson y me dio un poco de vértigo pensar lo que esta gente habrá vivido encima de las tablas. Son verdadera historia del ROCK AND ROLL. Poder ver aunque sea en el ocaso a estas leyendas que hicieron posible todo esto a mi, al menos me pone los pelos de punta. Sufrieron en sus carnes la censura española hace 30 años y ahora, mira tu por donde actúan de manera institucional, creo que al final el tiempo nos va dando la razón y las cosas van cayendo por su propio peso.
De la banda puedo contaros más bien poco, porque no lo tengo muy claro, el guitarrista Martin Barre, si que lleva con ellos prácticamente desde el principio, pero el resto, además siendo Jethro Tull una banda que ha tenido tantos cambios en su formación, no se en que momento exacto aparecieron en escena. El batería era bastante jovencito y lo hizo bien sin salirse de su papel, el teclista no me gustó demasiado y llevaba algunos sonidos un poco berbeneros la verdad, el bajista era bastante fiero en general, aunque tuvo algun que otro tropiezo. (Por cierto, curiosidad idiota, era físicamente igual que Bilbo Bolsón despues de envejecer en Rivendel, de hecho, ya casi camino de los puertos grises por la pinta…)
El sonido fue bajo mi punto de vista todo lo nítido que el emplazamiento permite, aunque como siempre dependía mucho de donde te situases. Los de Torrelavega ya nos lo sabemos, en los conciertos del Ferial cuanto más alante mejor, si te separabas más allá de la mesa de sonido empezaba a hacer el inevitable tubo de todos los conciertos que han tenido lugar en ese mismo emplazamiento.
El concierto en si, puede que objetivamente no estuviese del todo a la altura. La voz de Ian no está a 100%, tampoco lo está la banda en todos los momentos, aunque el resultado general es aceptable aunque no impactante . Algunas de los interludios musicales resultaron un poco demasiado ambientales, y además en general tuvieron más toques folk o jazzeros que puramente rock. Pero que queréis que os diga, a mi me dio igual, tocaron Thick as a Brick y Aqualung y Living in the Past y My God o Locomotive Breath… y las tocaron bien, y fueron momentos emocionante e inolvidables para el resto de la vida, siempre, jamás. Entre los interludios instrumentales a los que me refería antes, tuvimos una versión un poco de música de ascensor de algún clásico de Mozart que no se nombrar y que Ian presentó bromeando sobre lo poco que le gustaba el maestro y la buena noticia que era que permaneciese aun muerto. Ian demostró que mantiene intacta su lengua ácida, sus manías de genio calculador (se controlaba el mismo los monitores con una pequeña mesa en el mismo escenario), y su increíble capacidad tocando la flauta travesera.
Delante de mi había un niño, de unos ocho años, que según contaba su padre también toca la travesera, y es fan de Jethro Tull, parece, por tanto, que pese a todo pronóstico nos va a durar unos años más, esto del rock and roll. Larga vida.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Papas.